martes, 23 de octubre de 2007

Crónicas de "la Francia de después"

1. Los regímenes especiales de jubilación en Francia
(21 de Octubre de 2007)[1]

Se nos había prometido, esta vez “sin trolas”, que las últimas elecciones realmente iban a cambiar las cosas. Se tendría por fin el Elegido (del pueblo y de una determinada fuerza mítica) que volvería a poner a Francia en el camino correcto. Así, después de cinco años de intenso bombardeo mediático y una campaña muy superficial, Sarkozy fue elegido el 6 de mayo pasado. Desde entonces, era necesario acoger a la derecha sin complejos[2] (o sin vergüenza, para los íntimos) y su mensaje: "imaginemos Francia después"[3].

Desde entonces, "nuestro" presidente se volvió aún más omnipresente que nunca en los medios de comunicación. Todos los periodistas se pusieron de acuerdo en decir cuán diferente es él (imagínense, él hace jogging todo el día), hasta qué punto él estaba próximo al pueblo humilde,... Además, se nos preparaba un escenario a lo Kennedy: la pareja "Cécilia-Sarko" se nos presentaba en un decorado de lentejuelas y glamour...

Por todas partes ha reinado un ambiente artificial, como que todo estaba cambiando. Todas las reformas prometidas (realmente apenas mencionadas durante la campaña) se establecían rápidamente con el fin de sacar a Francia de una supuesta quiebra, quitarle “su sombrero de mal estudiante” de los países occidentales y restablecer el crecimiento y el poder adquisitivo. Todos los oportunistas de todas las opiniones (izquierda y derecha, cantantes, intelectuales) se lanzaron a los pies del “Mesías”. ¿Nadie es profeta en su país?

He aquí pues la presentación oficial de los acontecimientos de estos últimos meses. Esta descripción ha sido recogida tal cual por los medios de comunicación internacionales, ¡hasta el punto que incluso Vanity Fair ha declarado que Sarko-superstar era el hombre más elegante y bello del mundo, al mismo nivel que Brad Pitt!

Sin embargo, es otra versión totalmente distinta la que se propone aquí. Quiere dirigirse en particular a nuestros contactos y otros militantes extranjeros, una suerte de tarjeta postal de esta "Francia de después".

Ante todo, analicemos lo que se oculta tras la "ruptura"[4] de la UMP. Sarkozy, como buen político, basó su campaña sobre la vaga idea de que las cosas se harían de forma diferente. Extraña idea cuando se sabe que el personaje en cuestión ha estado en la escena política desde hace treinta años. Además, fue un miembro importante, en dos ocasiones, de los gobiernos salientes así como el presidente del partido de la mayoría. No es, pues, ajeno a las políticas de estos últimos años. Entonces, ¿es una ruptura contra qué lo que propone?

Obviamente, todo es pura demagogia. La clase obrera y la clase media están muy decepcionadas de la política en general y reina la falta de confianza. Esto explica que en 2002 la extrema derecha consiguiese ser la segunda fuerza en las elecciones. Era necesario pues jugar las mismas cartas.

Dicho esto, existe al menos una "ruptura", pero no contra la política hecha durante estas tres últimas décadas, sino contra el “estado del bienestar”. Se trata de destruir las conquistas sociales que bloquean el desarrollo económico (tradúzcanlo como crecimiento de los beneficios), de atacar a los más vulnerables (parados, jóvenes, jubilados, precarios, inmigrantes,...) tildados de "vagos" cuando no simplemente de criminales, de reducir los impuestos a las grandes fortunas, de dejar en el olvido el Código de Trabajo,...

Ahí está la "ruptura". De ahí las privatizaciones, las reducciones de cotizaciones patronales, la no sustitución de los funcionarios, los ataques contra las jubilaciones, las reducciones presupuestarias para la Educación y la Salud, y las otras medidas de austeridad.

Pero esto no es una "ruptura" con la política tradicional, es pura ortodoxia del “pensamiento único”. Todos los reglamentos y directivas europeos van en este sentido. Todos los gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, han intentado establecer estos principios neoliberales. De ahí el recurso al nacionalismo, al egoísmo y al racismo para encubrir el problema: el sistema no puede ya permitirse mantener las conquistas sociales, las cuales deben ser dejadas atrás.

El último ejemplo de este tipo de ataques, el proyecto relativo a la jubilación de los regímenes especiales[5], dio lugar a una importante movilización por parte de los trabajadores el 18 de octubre pasado. Y esto, a pesar de la propaganda por parte de los medios de comunicación.

En efecto, como fieles servidores, los medios de prensa han preparado el terreno desde las elecciones. Los argumentos estrellas son: la necesidad de equidad, entre estos regímenes y el régimen general, y el argumento demográfico[6]. En efecto, los partidarios de la propiedad privada se presentan hoy en día como "extremistas de la igualdad" que se ven obligados a hacer una reforma para salvar a los trabajadores de ellos mismos. ¡Yendo contra su opinión, por supuesto!

Comencemos por lo más fácil: la igualdad. Ante todo, y esto a pesar del silencio de los medios de comunicación, es necesario saber que entre los "privilegiados", algunos no son contemplados por la reforma: los marineros, los mineros,... ¡y los parlamentarios! Para las dos primeras categorías, se comprende. Pero para estos últimos, no. Los “pobres”, ya ven, además de acumular funciones y reunirse cuando bien les parece (la Asamblea Nacional y el Senado están a menudo casi vacíos), tienen un oficio "penoso". Deben esperar entre dos sesiones para fumar sus buenos puros y ponerse bajo los focos de los maravillados periodistas. Este "esfuerzo", ¿les causará tener una esperanza de vida tan corta como la de los obreros?

Mientras que este detalle es ampliamente “olvidado” en los medios de comunicación, estos mismos medios sí plantean abiertamente la siguiente cuestión ante las huelgas: ¿todos unidos con los privilegiados? Se nos habla sin cesar del "jueves negro", presentándonos a los demás trabajadores como "rehenes" en manos de los huelguistas en espera de sus trenes y metros. Todo se hace para enfrentar a unos trabajadores contra otros (activos contra pensionistas, públicos contra privados, huelguistas contra usuarios) y evitar, de esta forma, toda solidaridad de clase. Ya que, en el fondo, esta contrarreforma es la antecámara de una reforma más global que sustituirá a medio o a largo plazo al sistema de distribución por el de capitalización. Los bancos y las aseguradoras ya se frotan las manos...

El segundo argumento está vinculado al "realismo". Es cierto que Francia, como los otros países desarrollados, experimenta una disminución de la natalidad y un aumento de la esperanza de vida. Por lo tanto, habrá cada vez menos activos para cada vez más pensionistas. La reforma estaría justificada por este simple cálculo aritmético...

Ahora bien, aunque vinculados, las jubilaciones no se financian por el número de trabajadores activos sino por la riqueza real, por la riqueza producida por estos trabajadores. Lo que no dicen es que las riquezas producidas no fueron jamás tan cuantiosas como hoy, y esto incluso con menos trabajadores proporcionalmente. En efecto, el PIB (riqueza producida por un país) no tiene hoy nada que ver con el de la posguerra, cuando se establecieron los regímenes de jubilaciones. El problema es muy distinto.

¿Dónde está entonces el problema? ¿Hay más recursos que antes y no es posible financiar jubilaciones para todos (públicos y privados) con 37,5 años cotizados? El problema está en realidad vinculado a la distribución de las riquezas. Ésta se está volviendo cada vez más desigual. Como lo explica bien el sindicato SUD, "el supuesto problema de la crisis de las jubilaciones no es más que un pretexto. El Consejo de Orientación de las Jubilaciones, órgano gubernamental, calculó el coste de una vuelta a los 37,5 años en 0,3 puntos del PIB (riqueza nacional). Eso no puede compararse de ningún modo con los 10 puntos del PIB que pasaron, durante los 20 últimos años, de la masa salarial a los beneficios... y esta evaluación se revisó incluso a la baja en 2007. Lo reiteramos, el problema de las jubilaciones no es un problema financiero, sino una “opción de sociedad."[7]

En efecto, ahí está toda la cuestión. "En 1980, sobre 100 puntos del PIB, 70 iban a la masa salarial y 30 a los beneficios." En la actualidad, solamente 60 van a la masa salarial y 40 a los beneficios."[8] Mientras que los trabajadores son los que producen las riquezas, ellos obtienen una parte cada vez más pequeña de ésta. De golpe, la seguridad social conoce un enorme déficit, los salarios son muy bajos… ¡y ahora arremeten contra las jubilaciones!

Todo esto muestra bien a las claras que, desde el final de los “gloriosos Treinta”, la correlación de fuerzas entre la clase obrera y la burguesía se ha deteriorado. Con el masivo desempleo y con un sindicalismo oficial que se limita a la "negociación", el nivel de vida de los trabajadores se deteriora. Las contrarreformas se suceden y son “la norma” sin que los sindicatos puedan defender a los trabajadores. O bien los dirigentes sindicales apoyan abiertamente el proyecto, o bien no organizan absolutamente nada, o bien apelan a "jornadas de acción”, distantes entre ellas, hasta que el movimiento pierda su amplitud (como pasó en 2003).

Ahora bien, la reciente historia lo muestra a las claras: los únicos éxitos han sido todos fruto de luchas decididas (1995, 2006 contra el CPE[9]). En este último caso, fueron los estudiantes quienes organizaron, de manera muy autónoma, la respuesta. Por supuesto, después, los partidos de izquierda y los sindicatos fingieron ser los que construyeron este movimiento que se oponía al CPE y al CNE, y muchas veces a todos los contratos precarios, para limitarlo al CPE ... En este sentido, la lucha fracasó.

Volviendo de nuevo al último ataque contra las jubilaciones: hace meses que Thibault (CGT), entre otros dirigentes, utiliza un lenguaje "radical". Pero no ha habido nada más. ¿Por qué han esperado el anuncio del Gobierno declarando que estaba listo para esta reforma, si nadie dudaba que sólo era una cuestión de tiempo? ¿No saben que quienes golpean primero lo hacen dos veces?

Finalmente, se decidió una jornada de movilización para el 18 de octubre. Fue un rotundo éxito, aunque los medios de comunicación le concedieron tanta importancia como al divorcio de Sarkozy. Entre 150.000 (según la policía) y 300.000 (según los sindicatos) manifestantes por toda Francia, un 73,5% de huelguistas en la SNCF[10] (en 1995 hubo un 67 %), un 58% en la RATP[11], un 51,9% en EDF[12], un 10% de profesores,... Por supuesto, en vez de preparar un debate público, los medios de comunicación se limitaron casi exclusivamente a dar la palabra a los usuarios "exacerbados".

Ante esta fuerte advertencia, el mensaje del Gobierno fue que "quiere negociar, pero el proyecto se aprobará". Siempre la famosa negociación, sostenida en cuerpo y alma por la patronal y los políticos (una mayoría de derechas y una oposición de izquierdas). Esto muestra bien a las claras hasta qué punto es eficaz ... para la burguesía. Basta con hacer una ley muy hostil y a continuación ablandarla un poco después de las negociaciones. Así, se hacen algunas concesiones, pero todo está delimitado por adelantado. Pero, ¿qué hacen los sindicatos?

La CGT[13], protagonista clave del movimiento, llama a la reanudación del trabajo al mismo tiempo que Sarkozy dice que no cederá y que la movilización no ha sido tan fuerte como para eso. Por su parte, SUD y FO[14] propusieron seguir. Lo más importante es que bastantes trabajadores han votado prolongar la huelga: las asambleas generales en París, Sotteville-lès Ruán, Marsella,...

Es aquí donde hay que jugárselo todo. Es a los trabajadores, objetivos de los ataques, a quienes corresponde el derecho a decidir por sí mismos. Si delegan ese poder, sea a quien sea (políticos, sindicalistas o “revolucionarios”), la batalla está perdida de antemano. Sólo la lucha produce resultados. Los huelguistas no se equivocaron: "Luchar más, para ganar más"[15].

Los sindicatos son, por supuesto, una herramienta en la lucha de clases. Son útiles en el marco de las reivindicaciones en las empresas y también en el marco de verdaderas reformas que favorezcan a los trabajadores. Muchos obreros han sido perseguidos para que existan hoy. Por contra, la mayoría de ellos forman ahora parte del capitalismo, fundamentados en la teoría del "diálogo social" y en un falso consenso. Todas las distintas versiones de la dominación capitalista lo han hecho ya desde hace más de un siglo: el liberalismo, el fascismo, el capitalismo de Estado,... Son órganos llamados a canalizar las luchas, a mantenerlas dentro de la lógica capitalista ... Es por eso que la patronal aplaude a menudo la “responsabilidad” de los dirigentes sindicales.

A partir de aquí, se convierten en obstáculos al progreso. A partir del momento en que se oponen a la soberanía de los trabajadores ... desempeñan un papel reaccionario y es necesario luchar contra ellos.

Para resumir, aunque los trabajadores puedan defenderse a través de los sindicatos en las luchas por reformas (casos cada vez más raros) o por reivindicaciones a nivel de empresa, se convierten muy a menudo en herramientas de la reacción en las luchas importantes, sobre todo cuando éstas se oponen a la lógica capitalista. Es necesario pues sustituirlos por consejos de los trabajadores, cualquiera que sean sus formas (AG, Comités...), realmente democráticos, en cuanto éstos aparecen, incluso en los combates estrictamente reformistas.

Estas luchas deben ser lo más amplias posibles. En efecto, los ataques contra una categoría de trabajadores se inscriben en una estrategia más global de lucha de clases por parte de la burguesía. Por más que nos muestren un cuadro teñido de nacionalismo donde el trabajador va de la mano del patrón para gloria de la bandera, todo eso es falso. Todas esas tonterías se evaporan en cuanto es posible aumentar los beneficios. La pintura se diluye, la cara del trabajador desaparece y solo queda el burgués triunfante.

Las deslocalizaciones, los despidos, las negativas a aumentar el SMIC[16]… ¿no son sino ataques de una clase contra otra? ¿Por qué es necesario, como trabajadores, dejarse adormecer por “cuentos de hadas tricolores”? La lucha de clases es bien real y no desaparece por decreto.

En la actualidad, el Gobierno y la patronal atacan a nuestra clase de diversas formas: privatización programada de las universidades, redadas de trabajadores sin papeles y sus familias, imposición a la fuerza del Tratado Constitucional europeo[17], reducción de impuestos por los ricos, reducciones de las cotizaciones patronales, IVA llamado "social"[18]... Se ataca a toda la clase: estudiantes, parados, empleados, etc.

En este sentido, es alentador ver el llamamiento a la unidad hecho por muchas AG. Un reciente ejemplo es el de la Universidad de Ruán el 17 de octubre[19]. Aparece el vínculo entre el combate de las universidades y el resto de las luchas.

Es esta unidad lo que asusta al poder, no las pseudo-amenazas de los burócratas sindicales. Es ella el primer objetivo. Es por eso que han recurrido a un racismo creciente de los franceses contra los sin papeles y los inmigrantes. Es por eso que han recurrido al egoísmo y al individualismo enfrentando a los trabajadores de los regímenes especiales con los trabajadores del régimen general. Es por eso que tratan a los que se benefician del RMI[20] y a los parados como defraudadores para oponerlos a los asalariados

Así pues, las consignas son por supuesto la unidad de clase para obtener regímenes de jubilaciones iguales para todos (37,5 años de cotización) y también la regularización de las personas sin papeles, la supresión de las reducciones de cotizaciones patronales,… ¡No al "diálogo social"! ¡No esperemos nada, a veces la mejor defensa es el ataque!

Por supuesto, los teóricos del pensamiento único dirán que la mundialización obliga a Francia a aplicar un plan de austeridad, ¡la competencia internacional obliga a eso! Si el capitalismo (ése es el verdadero problema, no simplemente Sarkozy) no puede permitir a la sociedad progresar más, si el futuro de los proletarios es sobrevivir según el humor de los patronos, nosotros respondemos: ¡Los trabajadores no tienen por qué pagar! ¡No tienen nada que perder salvo sus cadenas! ¡Otro mundo es posible!






[1] Reproducimos aquí la traducción de un texto que nos han enviado nuestros camaradas residentes en Francia.
[2] Sarkozy es el representante de esta derecha que no nuda a retomar las ideas de la extrema derecha (xenofobia, elitismo, moralismo, etc.). Hoy en día, esta derecha es hegemónica.
[3] Lema de la campaña electoral del UMP (Unión de la mayoría presidencial), partido unitario de derecha.
[4] La campaña electoral se basó sobre una cierta ruptura. Todos los partidos la prometieron.
[5] Estos regímenes, contrariamente a los regímenes generales (empleados de empresas privadas) y funcionarios públicos, prevén cotizaciones de 37,5 años en vez de 40. Se incluye aquí, entre otros, a los ferroviarios, a los marineros y a los parlamentarios. Como información, antes de 1993 todos los regímenes cotizaban 37,5 años. Los distintos Gobiernos desde entonces han atacado sucesivamente las jubilaciones del sector privado, luego del público (2003) y ahora una parte de las de los regímenes especiales.
[6] Se citan otros argumentos, igualmente falsos. No se trata aquí de volver de nuevo sobre ellos. El sindicato SUD (Solidarios Unitarios y Democráticos, llamado también “Solidarios”) ha elaborado un documento muy interesante a manera de respuesta : http://www.solidaires.org/article15977.html
[7] SUD Energie, SUD Rail, SUD RATP, Los regímenes especiales de jubilación : Preguntas/Respuestas, http://www.solidaires.org/article15977.html
[8] Idem, Op cit. Indicamos que en la "masa salarial" están comprendidos los salarios y la financiación de la protección social. Esta última es un "salario indirecto" para la clase obrera. Por consiguiente, todas las reducciones de las cotizaciones patronales para su financiación son una reducción de esa masa salarial.
[9] El gobierno quiso imponer un contrato precario específico a los jóvenes (menores de 26 años): el empleador podía despedir al empleado sin tener que justificarse y como quisiera durante los dos primeros años. Aunque este proyecto fue abandonado, otro tipo de contrato, el CNE, sigue existiendo: aquí las mismas características existen pero sólo puede ser utilizado por las empresas de menos de 20 trabajadores.
[10] Compañía estatal de trenes.
[11] Empresa de transporte de Paris y la región parisina: metros, trenes RER y autobuses.
[12] Empresa (en proceso de privatización gradual) de Electricidad.
[13] Central General de los Trabajadores, principal sindicato.
[14] Fuerza Obrera, vieja escisión de la CGT.
[15] Este lema de los trabajadores hace referencia a la frase de Sarkozy: “trabajar más para ganar más dinero”. Esta es la principal solución para el deterioro del poder adquisitivo. Pero, hay una verdadera respuesta a este problema (y, claro, el Gobierno no quiso hacerlo): aumentar el salario mínimo.
[16] Salario mínimo.
[17] En Francia, como en Holanda, los electores rechazaron la Constitución Europea en 2005, a pesar de la propaganda oficial en su favor.
[18] El Gobierno desea pasar el IVA del 19,6 % al 21 %. En teoría, es para frenar las importaciones. En realidad, se trata de aumentar los ingresos del Estado con un impuesto que no tiene un impacto sobre las empresas y al mismo tiempo disminuir la imposición a los ricos (“para dinamizar la economía” dicen). Recordemos que el IVA tiene una tasa de imposición única para el trabajador y el burgués. Ambos pagan lo mismo. ¡Vaya manera de ayudar a los más pobres!
[19] Este llamamiento puede ser consultado en esta dirección: http://courantintersyndical.free.fr/post.php?ID=174
[20] Ayuda pública para los que tienen bajos ingresos y que no trabajan.

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