lunes, 15 de octubre de 2007

Por una revolución no violenta

"Un objetivo que necesita medios injustos no es un objetivo justo" (Karl Marx)

La ideología dominante califica de "violentos" a numerosos métodos de acción, en realidad legítimos, del movimiento obrero democrático, como los piquetes de huelga, las ocupaciones de centros de trabajo,... Ejemplos de esta criminalización por parte de la burguesía, los gobiernos y sus medios de comunicación hemos podido verlos (y padecerlos) en cada una de las Huelgas Generales desarrolladas en España, en las que se asimilaba a los piquetes sindicales, de forma malintencionada, a las prácticas mafiosas. O en las ocupaciones en Argentina de las empresas abandonadas por los patronos tras la última crisis. Esas empresas recuperadas y autogestionadas por los trabajadores se han convertido en objetivo prioritario de la reacción burguesa y de su gobierno, dado que ponen de evidencia las posibilidades reales de la socialización.

Todo eso no son formas violentas de lucha. La violencia surge en realidad del lado de la organización capitalista de trabajo, que impone a los asalariados, cuando no la pueden soportar ya más, actuar en defensa de sus derechos elementales.

Esos métodos de acción son formas espontáneas de lucha, así como la huelga general y la organización en asambleas generales democráticas y soberanas. Son pues las bases de una revolución llevada a cabo por la clase social que está sometida al salariado.

Además, una verdadera revolución democrática se hará en las conciencias, tanto como en la conquista del poder desde la base. Lo que nosotros debemos combatir y abolir es el sistema capitalista que hace que los seres humanos se vuelvan competidores y enemigos.

La revolución por la que nosotros militamos, es la revolución hecha por seres humanos iguales y libremente asociados. Esta revolución, que desemboca en el socialismo/comunismo, va en contra (a la vez por sus objetivos y por sus medios) de la ideología de la clase dominante. Ahora bien, esta ideología (que no duda en justificar las violencias de la clase dominante, y del imperialismo en particular) se encuentra tanto en las capas explotadas como en las que explotan. La revolución democrática deberá desenmascarar las ideologías mistificadoras y que sirven para ocultar la realidad, y, en particular, la violencia terrible de la esclavitud asalariada.

La revolución socialista- comunista, proceso de transformación radical de la sociedad humana realizado por ella misma, es a la vez la conquista de la democracia y de la igualdad, y la eliminación de las explotaciones, de las dictaduras y de las violencias. Se trata de pasar, a través de la revolución consciente y de las conciencias, de la era capitalista a la era de la humanidad reunida.

En 1918, diez días después de su liberación de prisión, Rosa Luxemburg asignaba a la revolución alemana el objetivo inmediato de la abolición de la pena de muerte (artículo publicado en el Diario espartaquista Die Rote Fahne de 18 de noviembre de 1918). Un mes más tarde, en el programa de la liga espartaquista, escribía: "La revolución proletaria no tiene ninguna necesidad del terror para realizar sus objetivos. Odia y detesta el asesinato"[1]

La revolución democrática es en efecto un proceso coherente: suprimir la explotación no puede hacerse empleando la explotación, suprimir la violencia no puede realizarse usando la violencia.

[1] Rosa Luxemburgo, ¿Qué quiere la Liga Espartaquista? (14 de Diciembre de 1918)

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