viernes, 21 de septiembre de 2007

¿QUÉ ES DEMOCRACIA COMUNISTA (LUXEMBURGUISTA)?

¿Quiénes somos?

Democracia comunista es heredera del movimiento democrático obrero, y lucha:

  • por la abolición del capitalismo, del trabajo asalariado, y de la división de los seres humanos en clases sociales;
  • para poner fin a la dictadura de la clase capitalista, y establecer la democracia directa;
  • por una sociedad socialista-comunista;
  • para acabar con el sexismo y el patriarcado;
  • contra todas las formas de racismo, de nacionalismo y de patriotismo; por la abolición de todas las fronteras.

El objetivo es participar en el movimiento real del proletariado mundial por la mejora de las condiciones de vida, y para cambiar la sociedad – militando, entre otras cosas, por la propiedad colectiva de los medios de producción, de transporte, de comunicación, así como para suprimir los estados.
Una revolución socialista-comunista internacional sólo podrá ser llevada a cabo de manera democrática, y la democracia auténtica solo podrá ser conquistada por una revolución de este tipo.
La lucha por el socialismo-comunismo implica necesariamente el fin de la división entre los que dirigen y los que ejecutan. Esta separación debe dejar de existir en las luchas y en las estructuras de lucha: Asambleas generales, colectivos, comités de huelga, consejos, sindicatos, partidos… La democracia interna a todos los niveles y de manera constante es una exigencia indispensable, lo cual implica el rechazo de todo sistema de “permanentes” y “profesionales”, la dirección de un movimiento o de una estructura debe permanecer en las manos de todos los que forman parte de ella. Este funcionamiento basado en la democracia directa es una prefiguración de la democracia directa que será establecida en una sociedad libre y emancipada, liberada de toda forma de alienación.
El luxemburguismo es un pensamiento marxista revolucionario, libre y en movimiento. Es una herramienta que puede ser cambiada, mejorada y superada, en la lucha de las clases dominadas (trabajadores, desempleados…) contra la clase dominante y contra la sociedad de clases misma.
En el ámbito cotidiano, participamos, en la medida de nuestras posibilidades, en el movimiento real por la abolición del capitalismo y el establecimiento de la democracia directa mundial.
Nos inspiramos en diferentes corrientes revolucionarias democráticas que han existido en los dos últimos siglos. En particular, nos reclamamos de la tendencia “luxemburguista” de los movimientos de comienzos del siglo 20, pero también de la corriente “marxista de izquierda” de Mayo-Junio de 1936, del Mayo de 1968 y de las diferentes movilizaciones por la emancipación en el mundo entero.
Inspirándonos en los análisis de Rosa Luxemburgo (a partir de 1903 para la teoría y a partir de 1918 para la práctica), observamos que las políticas de los “leninistas” en el poder fueron dramáticamente opuestas a nuestros principios marxistas. A partir de 1917 y hasta hoy en día, los diferentes gobiernos de obediencia “leninistas” han dejado atrás todos los objetivos del socialismo y del comunismo; por el contrario, han establecido un sistema estatalista, jerárquico y autoritario, de partido único y con una economía capitalista centralizada. Esos partidos han abandonado los principios revolucionarios y democráticos más elementales, y sus dirigentes se convirtieron en nuevas clases dominantes y explotadoras.
Militamos por una revolución democrática mundial dirigida por el propio pueblo, con los objetivos siguientes:

  • la conquista de la democracia directa;
  • la abolición del capitalismo y del trabajo asalariado;
  • la socialización democrática desde la base;
  • el fin del sexismo, del racismo y de los nacionalismos;
  • la supresión de los estados y de las fronteras;

Esta nueva sociedad, de tipo socialista-comunista, será “una asociación en la cual el libre desarrollo de cada cual es la condición del libre desarrollo de todos” (Carlos Marx, El Manifiesto Comunista).
Con este objetivo, alentamos las luchas populares dirigidas colectivamente. Las estructuras creadas en las luchas (consejos, Asambleas, coordinaciones,…) serán revolucionarias a condición de que sean completamente democráticas; si toman el poder por si mismas (sin delegarlo a organismos exteriores, como ocurrió desgraciadamente en Rusia en octubre 1917 y en Alemania en noviembre de 1918); si coordinan la destrucción del modo de producción capitalista y todos sus componentes.

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