lunes, 26 de noviembre de 2007

Las políticas migratorias fomentan la xenofobia

Todas las políticas sobre la cuestión migratoria implementadas en estos últimos años en España han fomentado y fomentan la xenofobia y el racismo. La evidencia es que esos dos fenómenos han aumentado. Es decir, debe existir alguna relación entre la naturaleza y el aumento de las medidas políticas y legales que se adoptan sobre la cuestión y el aumento de esos execrables fenómenos. Disociar ambos aspectos, como se empeñan en hacer nuestros gobernantes, nos parece ilusorio y falaz. Claro que tampoco podía esperarse algo distinto de ellos.

Decíamos en un texto recientemente publicado: “La España real es la que permite que miles de personas mueran ahogadas tratando de llegar a este “paraíso”. La que gasta millones de euros en material y asesoramiento policial y militar a los países de origen de los inmigrantes (cuyos gobiernos no destacan precisamente por su preocupación por los ciudadanos), en lugar de destinarlos a un verdadero desarrollo social de esas personas. La que fomenta en el fondo el racismo y la xenofobia, a través de las leyes y del propio tratamiento informativo del problema migratorio. La que lidera en la UE que haya ciudadanos de segunda (rumanos y búlgaros) sin decirnos que así seguirán siendo la mano de obra esclava de nuestros campos y andamios. La que permite, alienta y protege a los empresarios que explotan a los trabajadores inmigrantes, negándoles (de una u otra forma) los derechos que los autóctonos tenemos. La que se olvida, no sólo de los 40 años de dictadura fascista, sino de los siglos durante los que los españolitos tuvieron que irse con una mano delante y otra detrás.”[1]

Informes y textos sobre la cuestión migratoria (con aparatos estadísticos exhaustivos incluso), en relación a España o al conjunto del Planeta, están al alcance de todos (comenzando por la propia red)[2]. La inmensa mayoría admiten que las migraciones son un problema, algo sobre lo que hay que actuar, y admiten también que la xenofobia no para de crecer. Pero cuando plantean propuestas o alternativas, siguen anclados en los límites del “estado-nación”. Nuestra perspectiva es otra, radicalmente distinta. Para nosotros, esos límites hoy ya no son válidos para formular propuestas, sencillamente porque la realidad del capitalismo global los supera ampliamente, haciendolos inviables. Y a nosotros lo que más nos interesa es qué se puede hacer, qué propuestas tienen sentido desde la óptica de los intereses del proletariado. Por tanto, lo que nos preguntamos ahora no es tanto cómo es la situación del problema migratorio aquí sino qué se puede hacer desde aquí, qué podemos reivindicar en el estado español, pero teniendo presente que el marco estatal ya no es autónomo o independiente.

Por más que los “políticamente correctos” se empeñen en proponer paliativos (“campañas de sensibilización”, objetivos en los planes educativos,…) la situación respecto de los inmigrantes se hace cada vez peor. Y echar la culpa a la población en general (a un supuesto “racismo sociológico”), o a los propios inmigrantes, como si nada tuvieran que ver las políticas migratorias, es, sencillamente una falacia auto-exculpatoria del crimen que los diversos gobernantes de este país están cometiendo[3].

Varios son los aspectos fundamentales que queremos resaltar de esas políticas:
  1. Mantienen la segregación entre los habitantes del territorio, dividiéndolos según su condición legal. Es decir, dividen a los habitantes del estado en dos categorías básicas: los que tienen todos los derechos y los que tienen derechos limitados (o no tienen ninguno).
  2. Promueven y ejercen un control sobre los movimientos migratorios. Ese control es restrictivo, no permite que todo el que lo desee se instale en territorio hispano.
  3. Se insertan en una estrategia común a toda la Unión Europea. Lo que ha dado en llamarse la “Europa Fortaleza”.
  4. Suponen un incremento del gasto público en la aplicación de las medidas de control.
  5. Incluyen actuaciones fuera del estado y de la UE (extra-territoriales), cada vez mayores y más costosas. Esas actuaciones se realizan en los países de origen y tránsito de los migrantes. Entre ellas, al menos supuestamente, se incluyen actuaciones que fomenten el “desarrollo” de esos países. Pero sobre todo son actuaciones vinculadas a cooperación policial y judicial, encaminadas a que se detenga el viaje allí mismo, o a que puedan ser repatriados desde aquí.
  6. Incluyen un determinado discurso, que es trasladado a la sociedad por los medios de comunicación. Es decir, incluyen un determinado mensaje que se envía a la sociedad.


¿Qué han conseguido esas políticas? Lo más sencillo es mostrar antes lo que no han conseguido:

  1. No han conseguido que se reduzcan los flujos migratorios. Cada vez vienen más inmigrantes. Ni, por mucho que se empeñen, lo van a conseguir.
  2. No han conseguido que los flujos migratorios se realicen de forma “ordenada” (es el término que suelen invocar). Cada vez hay más inmigración ilegal.
  3. No han conseguido que las causas en origen de las migraciones (el subdesarrollo en sentido amplio) hayan cesado. Ni siquiera las han mitigado.
  4. No han conseguido que se reduzca la explotación laboral. De hecho, esa explotación aumenta y se extiende entre los inmigrantes y entre los “aborígenes”.
  5. No han conseguido que se realice una efectiva integración de los inmigrantes. No sólo cada vez hay más xenofobia y racismo, sino que se conforman auténticos guetos.
  6. No han conseguido que se reduzcan los fenómenos de marginalidad asociados.

Puede que hayan conseguido otras cosas (muchas de ellas, probablemente, “inconfesables”) pero, si no han conseguido ninguno de los objetivos básicos que debían proponerse (y que los propios que las impulsan dicen tener), ¿por qué se mantienen? Entre los descerebrados que nos gobiernan, ¿no hay alguien mínimamente sensato que se de cuenta de que mantener lo que se muestra inútil es un error absurdo?

Nuestra opinión es que a ellos (los gobernantes) y a aquellos para quienes trabajan (los capitalistas) estas políticas sí les proporcionan los resultados que en realidad tenían previstos (los “inconfesables”).

¿Cuáles son esos resultados?

  1. Incrementar el “ejército de reserva” (que dijera Marx)
  2. Aumentar la sumisión de los trabajadores, a través de la extensión de la precariedad y la amenaza del paro
  3. Abaratar los costes laborales, en todos los sentidos posibles. Desde los salarios hasta los costes vinculados a la seguridad laboral o por despidos. Y aquellos derivados de contratar legalmente (cotizaciones,…).
  4. Fomentar la competencia y el enfrentamiento entre proletarios. La desunión del proletariado es siempre la mejor garantía de triunfo del capital.
  5. Que la población en general, y el proletariado en particular, encuentre un “chivo expiatorio ideal” para todos sus problemas, en lugar de centrar su atención en su verdadero enemigo.
  6. Convencer a una gran parte de la población de que las migraciones deben verse como un fenómeno negativo, fuente de inseguridades y males de todo tipo.
  7. Aumentar los medios represivos con los que cuenta el estado, así como su capacidad de control e intervención en todos los ámbitos vinculados a eso que se denominan “libertades”. Unos medios represivos que, no lo olvidemos, pueden emplearse tanto contra los inmigrantes como contra el resto de la población.
  8. Impulsar los negocios vinculados a la “seguridad”. Este objetivo no es menor. El sector mueve muchísimo dinero (cada vez más).
  9. “Estrechar lazos” con los gobiernos de los países con los que se firman acuerdos de cooperación en materia migratoria. Unos gobiernos, lo repetimos, que no se caracterizan precisamente por la atención que prestan a los problemas reales de los ciudadanos, ni por el respeto a los tan cacareados “derechos humanos” (menos aún si son derechos de humanos que no son ciudadanos del país). La pregunta que nos hacemos es muy simple: ¿qué necesitan los habitantes de África? ¿Vehículos policiales y centros de detención que se construyen en lo que fueran escuelas? ¿Adiestramento para las policías que sirven a los gobiernos y que un día interceptan un cayuco y al otro reprimen al pueblo? ¿O escuelas, hospitales, ambulancias,…?

Uno de los aspectos sobre el que nos interesa incidir es el del discurso del poder sobre las migraciones. Porque ese discurso transmite, de forma explícita pero sobre todo implícita (incluso con un mensaje subliminal) lo que el poder desea que pensemos todos sobre los inmigrantes. Y porque se trata, en primer término, de poner de manifiesto el carácter ideológico[4] y falaz de ese discurso y de quienes lo propagan. No valen supuestas campañas gubernamentales contra la xenofobia. Si se dice que hay “ilegales”, lo que se está queriendo decir es que el inmigrante es alguien que incumple la ley, un delincuente. Por lo que no pueden luego extrañarse de que la población asocie inmigración y delincuencia. Son los propios discursos del poder los que realizan esa asociación de ideas. Les interesa porque, aún cuando conscientemente la mayoría no rechace frontalmente la inmigración, inconscientemente (y eso tiene un enorme valor en las actitudes cotidianas) sí lo hará. Por tanto, es en el mensaje que se nos transmite donde primero puede comprobarse la hipocresía de nuestros gobernantes

Ante esta situación, ¿qué puede hacer el proletariado? Pues lo primero despertar del aturdimiento en el que los medios de propaganda del régimen lo mantienen. Despertar a la realidad que, como suele pasar siempre, no es para nada ese reino de la relatividad que dicen los “expertos” mamporreros al servicio del capital. Reconocer su identidad de clase con el inmigrante. Y la absoluta contraposición de intereses con su enemigo, la clase que detenta el capital.

Si los proletarios no reconocemos esto, ni siquiera sabremos “de donde nos llueven los golpes”. Eso sí, quien desee descerebrarse en grado sumo, puede acercarse a esas bandas mafiosas que se dedican a dar palizas y que están subvencionadas y controladas por capitalistas a los que les importa bien poco lo que le pase al proletariado. A ser posible, y para acelerar trámites, pueden antes raparse la cabeza. Eso permite que lo que les quede de cerebro se evapore antes.

Pero el proletariado que quiere defender sus verdaderos intereses, ¿qué puede proponer? ¿Qué reivindicamos? ¿Cuáles pueden ser, en un mundo globalizado, las actuaciones que podemos desarrollar o exigir que se desarrollen aquí y ahora?

Sabemos que sólo a través de la revolución socialista mundial podremos poner término definitivamente a ésta y las demás barbaries a las que el capitalismo nos somete. Sabemos que, bajo el yugo del capital, cualquier avance o reforma es sólo temporal. Pero también sabemos que en la relación dialéctica entre reforma y revolución se encuentra el proceso histórico hacia el comunismo. Por eso entendemos que sí es posible plantear alternativas que son, aquí y ahora, realizables. ¿Cuáles?

  1. La derogación de las restricciones laborales a los ciudadanos rumanos y búlgaros impuestas por la Unión Europea. Que haya ciudadanos europeos “de primera y de segunda”, a lo que ha colaborado en gran medida el gobierno del PSOE, es, simple y llanamente, una vergüenza. Además de demostrar lo que se oculta realmente tras el “talante” de ZP.
  2. La inmediata concesión de plenos derechos a todos los habitantes del territorio español, independientemente de su procedencia. El método más sencillo es la concesión inmediata de la ciudadanía para todos aquellos que la deseen. Sin plazos ni trámites burocráticos.
  3. El endurecimiento de las penas para los patronos que hagan trabajar sin contrato (a quien sea). En cualquier caso, ese endurecimiento debe asegurar que el explotador vaya a la cárcel. Y que las multas e indemnizaciones sean más cuantiosas que los beneficios obtenidos de explotar a los trabajadores. Sin posibilidad de argucias legales. Todo el patrimonio de los patronos y/o accionistas (y no sólo el “de las empresas”) debe ser objeto de confiscación para hacer frente a los pagos.
  4. El cese absoluto e inmediato de las inversiones y gastos en políticas de control de fronteras.
  5. El empleo de esos fondos en programas de integración efectiva de la población que viene de fuera y en una verdadera cooperación para el desarrollo de los países de los que vienen. ¿Cómo? A través de las organizaciones sociales, de aquí y de allá, antes que por medio de las agencias gubernamentales cuya ineficacia es manifiesta.
  6. La puesta en marcha de programas que generen una integración real de la población oriunda de otros países. Esos programas deben atender especialmente a:
  • La integración lingüística (tanto castellana como de las otras lenguas oficiales). Es vergonzoso que no haya programas serios en esa materia. Ni siquiera en las escuelas, donde “se almacena” a los niños y jóvenes inmigrantes para que sus padres puedan producir. Están 5 o 6 horas escuchando hablar en lenguas que no entienden. Y los políticos y sus “científicos” lacayos nos lo intentan vender como integración. Sería mucho más útil que emplearan esas horas primero en cursos intensivos de lengua y después se sumaran a los cursos. Pero eso significaría tener que invertir más dinero, algo a lo que nuestros gobernantes no están dispuestos.
  • La integración en los ámbitos territoriales. Eso pasa en primer lugar por la cuestión de la vivienda. En este país hay viviendas vacías suficientes para todos los que lo habitamos[5]. Se trata de conseguir que no se formen guetos. La labor de las asociaciones de vecinos,… (desde la sociedad civil y fuera por tanto del ámbito gubernamental) es clave en este sentido.
  • La inserción laboral. Evidentemente, con el reconocimiento de derechos plenos a la población inmigrante la situación cambia por completo. Aunque es evidente que eso no cambia por sí mismo la “competencia” entre proletarios en el mercado de trabajo, sí permite que se mejoren las condiciones de ese mercado para todos. Es “igualar por arriba” en lugar de “por abajo”, como pretenden la patronal y sus gobiernos. Transformar por completo la situación y abolir la competencia entre los humanos por la subsistencia (innecesaria hoy día) y el mercado laboral sólo es posible a través de la revolución socialista. Ese continúa siendo nuestro objetivo. Dos apuntes más en esta cuestión: se trata de reducir al menos el número de categorías distintas en el seno del proletariado, pues el incremento de esos segmentos provoca una mayor desunión que sólo favorece a los capitalistas; y se trata también de que los conocimientos y capacidades de la población inmigrante (gran parte de la cual está bien cualificada) pueda revertir en la sociedad y no sólo en los beneficios de la patronal.

Y, por supuesto, una cooperación con los países emisores que se vincule realmente al desarrollo de sus habitantes y no al de los negocios de los capitalistas de allí y de aquí. Para ello, esa cooperación debe ser dirigida y orientada por organizaciones sociales. No admitimos el carácter verdaderamente “democrático” de nuestro gobierno[6]. Menos admitimos el de los que llegan al poder a través de golpes de estado o se mantienen en él reprimiendo (y muchas veces matando, no lo olvidemos) a todo el que se oponga. Para desarrollar este elemento, creemos imprescindible, al menos, que:

  • Haya una total trasparencia en el uso de los fondos. Es inadmisible que se sigan encubriendo gastos militares y similares como ayuda al desarrollo.
  • Los fondos se gasten principalmente en los países en cuestión. También es inadmisible que se impongan condiciones como la compra o contratación de empresas españolas. Eso es en realidad un mecanismo (otro más) de trasvasar fondos públicos a los empresarios de aquí. Y para nada desarrolla el tejido productivo de esos países.
  • Los fondos se inviertan de forma equilibrada en desarrollo social y desarrollo del propio tejido productivo. Y primando proyectos dirigidos por los propios trabajadores (empresas autogestionadas, cooperativas,…).
  • Sea la sociedad civil de los países implicados la que decida y controle. En esos países también hay tejido social (asociaciones, colectivos,…). Y que controlen los recursos garantizará que se destinan a fines verdaderamente significativos para la población y el propio desarrollo del asociacionismo. Volvemos a repetirlo: fiarse de los gobiernos (sean cuales sean) es absurdo desde el punto de vista de la lucha proletaria por su auto-emancipación. También es preciso señalar que, pese a que podamos cuestionar su rol en el capitalismo global, la labor de las ONGs será siempre más interesante que la de los gobiernos para desarrollar la cooperación.

Seguir manteniendo las políticas migratorias es absurdo. Que a los gobernantes interese ese absurdo es lógico. Pero la lógica que interesa al proletariado es siempre distinta a la del capital.

Para terminar, queremos recordar que cuando se aprobó la conocida como “ley de extranjería” fuimos muchos los que nos movilizamos en su contra. Del mismo modo, las campañas en torno al lema “¡Ningún ser humano es ilegal!” han llevado a muchas organizaciones a desarrollar una oposición importante frente al poder. Extender esa movilización es hoy imprescindible para el proletariado. En nuestra lucha común (de todos los proletarios, hayamos nacido donde hayamos nacido) frente al capital y quienes lo detentan está nuestra única posibilidad de garantizarnos un futuro mejor.


[1] Vid. “La España OFICIAL y la España REAL”. Ese artículo es la introducción a una serie de textos “temáticos”, uno de los cuales es éste.
[2] En esos informes pueden encontrarse desde las cifras actuales de la cuestión migratoria hasta pormenorizados análisis de costes. Desde la tragedia cotidiana a la que se ven expuestos los migrantes hasta la vinculación entre cambio climático y aumento de migraciones. Y desde propuestas favorables al control hasta otras que abogan por la total eliminación de las fronteras.
[3] Decimos los diversos gobernantes porque debemos recordar que las leyes discriminatorias para con los inmigrantes (y las actuaciones protectoras favorables a los explotadores) no son exclusivas de uno de los partidos que nos han gobernado. Por más que lo utilicen en su supuesto enfrentamiento, los dos partidos mayoritarios (y la casi totalidad de sus socios minoritarios) están en el fondo de acuerdo en lo esencial. Y sus actuaciones han contribuido por igual (pese a los discursos) a que la lacra de la xenofobia se extienda. Ambos son cómplices.
[4] Decimos ideológico en el sentido que Marx hablara de “ideología”. Es decir, entre las manifestaciones de la consciencia podrían distinguirse aquellas que se adecuan a la realidad y aquellas que son manifestaciones deformadas, que mistifican la realidad, no sólo por un error de percepción sino sobre todo de manera interesada, para engañar a los demás. Ese es el caso del actual discurso del poder sobre las migraciones: una miserable patraña, una absoluta mentira.
[5] El análisis de la situación urbanística en general, y del problema de la vivienda en particular, no es el objeto de este texto. De hecho, estamos preparando otro específico sobre esa cuestión. No obstante, quien lo desee puede ver múltiples análisis sobre el número de viviendas vacías y sobre los procesos especulativos que se desarrollan en ese ámbito. Y, aunque pueda haber diferencias en las perspectivas y en las propuestas concretas, nos parece importantísimo que se esté desarrollando un movimiento reivindicativo en torno a ese problema (y no sólo aquí): las diversas plataformas y colectivos que se están manifestando para cambiar esta situación cuentan con nuestro apoyo porque su lucha es justa.
[6] Nuestra concepción de la democracia nada tiene que ver con la concepción burguesa. Nos oponemos a la delegación del poder, y rechazamos que exista una verdadera democracia sin igualdad económica. Apostamos por una democracia radical, desde la raíz, en la que no haya separación entre gobernantes y gobernados (porque, simplemente, no haya gobernantes), y que afecte también y principalmente a los ámbitos de la producción y la distribución material. Sin democracia económica, hablar de democracia política es una farsa.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Comunicado ante el asesinato de un militante antifascista

Ante la muerte de un militante antifascista en Madrid a manos de un asesino nazi, y la grave situación de otros militantes heridos, los militantes de Democracia Comunista (Luxemburguista) queremos manifestar nuestra repulsa y condena de este hecho, y nuestra solidaridad con la familia, amigos y compañeros del joven asesinado.

¡Que la tierra te sea leve!

Es vergonzoso que los fascistas de Democracia Nazional hubieran podido legalizar una manifestación que era a todas luces una provocación, dado su carácter xenófobo y racista, y dado que se hacía en un barrio obrero. Es vergonzoso que los que dicen defender la “legalidad democrática” amparen a esa canalla, sus actos y sus discursos, en lugar de tratarlos como lo que son: criminales. Esperamos que el asesino sea condenado, al menos, por la “justicia” burguesa.

Hacemos responsables también de la muerte del compañero a los diferentes gobiernos, no sólo por autorizar este tipo de actos fascistas, sino porque sus leyes y discursos, que criminalizan a los inmigrantes por el simple hecho de intentar sobrevivir, son los que alientan a los descerebrados para que se conviertan en alimañas. Mientras se siga considerando ilegales a los que tan sólo hacen lo que los españolitos hemos hecho durante siglos, la xenofobia seguirá impregnando esta sociedad.

Sabemos que esos fascistas intentaran seguir actuando. Son lo que siempre han sido: la “fuerza de choque” de la burguesía ante las crisis. Son producto de la alienación, lumpen, lacayos del capital que con su terrorismo pretenden amedrentar y hacer callar al proletariado. Aquí sabemos, desgraciadamente, mucho de ellos. Pero que les quede claro: el proletariado los combatirá, a ellos y a sus jefes.
¡Ningún ser humano es ilegal!
Frente al capitalismo fascista, REVOLUCIÓN

domingo, 11 de noviembre de 2007

Crónicas de “la Francia de después” II

2. ¿Hacia la unión de las luchas?
(8 de Noviembre de 2007)

Un número importante de movilizaciones están anunciadas en los días venideros. En primer lugar, la continuación de las movilizaciones en contra de la reforma de los regímenes especiales de retiro[1]. Los sindicatos de los trabajadores ferroviarios llaman a una huelga prorrogable a partir del 13 de noviembre. En el sector de la energía, una huelga prorrogable es prevista a partir del 14 de noviembre, al igual que en los transportes públicos de la región parisina. Los funcionarios, que protestan contra las supresiones de puestos y la congelación de los salarios, prevén un día de huelga y de manifestaciones el 20 de noviembre.

Al mismo tiempo, una huelga estudiantil se esta construyendo contra una reforma, llamada «Ley Pécresse»[2] o LRU, que plantea un nivel menor de intervención del Estado, causando un aumento de las desigualdades, y la bienvenida a los intereses privados en la Universidad publica. Uno de los lemas de los estudiantes es: «A aquellos que pretenden privatizar las facultades, los estudiantes respondemos: ¡RESISTENCIA!». Este movimiento esta enfrentando una represión importante: expulsión de estudiantes de varias universidades por la policía[3], cierres autoritarios de universidades para impedir que los estudiantes se reúnan y se movilicen.

Son diversas movilizaciones con causas comunes evidentes: política gubernamental en contra de los derechos sociales y de ataque contra los servicios públicos, e ingresos insuficientes para una proporción importante de la población.

Estos movimientos no deben ignorarse los unos a los otros. La unión es indispensable para lograr todas las reivindicaciones de los diferentes sectores en lucha, pero también para resolver las situaciones de los sectores que no están aun movilizados (inmigrantes, desempleados, trabajadores precarios,...).

Además de todo eso, el monarca-presidente Sarkozy, quien preside y gobierna a la vez, y cuya voluntad de omnipotencia solo puede ser comparada con su incapacidad a soportar la oposición[4], aumenta el carácter anti-democrático de las instituciones de la V republica[5]. Siendo testigos de movimientos estructurados en Asambleas Generales democráticas, ¡no se puede decir que la democracia esté al lado del poder![6]

Desde ahora mismo es indispensable unir las luchas, para construir una movilización unitaria, organizada democráticamente, que vaya más allá de la necesaria defensa frente a los ataques del gobierno, pero que exija también importantes medidas en favor de los humildes, de los más frágiles. Y si el poder actual persiste en entorpecer el camino del movimiento social hacia esos objetivos legítimos, las luchas tendrán que ir mas allá, oponiéndose directamente al poder si es necesario.

[1] Esta vez los sindicatos dicen que pueden continuar las huelgas mas allá de un solo día, como nosotros proponíamos en nuestro anterior artículo. Incluso ciertos sindicalistas hablan ya concretamente de que la huelga del 13 debería extenderse hasta el 20, con lo que se haría efectiva una unión de los huelguistas.
[2] Nombre de la ministra de educación superior (UMP)
[3] Esto fue lo que ocurrió el 7 de noviembre en las universidades de Nantes y de Paris-Tolbiac. Incluso en el referente simbólico del 68, la Sorbona.
[4] Véase el increíble comportamiento de Sarkozy con los pescadores, el 6 de noviembre, cuando perdió su auto-control hasta no poder ni hablar.
[5] Sarkozy no se olvida sin embargo de aumentar su salario ¡en un 140%!
[6] El oficialismo pretende que las movilizaciones no son democráticas porque se oponen a un gobierno electo por el 53 %... Según esa “lógica”, ¡toda contestación sería anti-democrática!

miércoles, 7 de noviembre de 2007

La España OFICIAL y la España REAL

A veces tenemos la sensación de no saber dónde vivimos, porque la imagen que nos transmiten los medios de comunicación sobre nuestra realidad no se corresponde en nada con lo que nosotros percibimos directamente. Es como si hubiera dos realidades, dos Españas.

Por una parte está la España Oficial que los personajes ilustres que acaparan los medios nos dibujan. Esa España es “la que juega en la Champions”, la que en breve superará a Alemania en poder adquisitivo y nivel de bienestar; la que mejora día a día, siendo referente mundial de progreso y desarrollo. La España que supo salir del pozo negro de su propia historia y dar un ejemplo de cómo se transita a la modernidad democrática. La España que dirime sus tensiones gracias al estado de derecho, logrando la integración de todos, incluidos los recién llegados. La España que debate cuestiones “de profundo calado” como la vertebración del Estado, las nacionalidades, la educación de los ciudadanos, el papel de la familia, la ampliación de derechos y libertades, la adaptación a los retos de un mundo globalizado,… o la composición de la letra del himno nacional. La España que lidera la Alianza de Civilizaciones, ejemplo de ordenadas políticas de inmigración y cooperación internacional. La España que no sólo tiene un presente envidiable, sino que asegura su futuro a través de leyes sobre la dependencia o incrementos del fondo de reserva de las pensiones, e incluso tiene tiempo para recordar su pasado. La España inmune a las crisis económicas internacionales, gracias a la solidez de su sistema financiero y su aparato productivo. La España que crea trabajo, contiene la inflación, redistribuye la riqueza y fomenta la igualdad de oportunidades. Y que, por supuesto, lidera ya la lucha por el medioambiente, por la igualdad entre hombres y mujeres y por las libertades individuales y colectivas.

No hay más que ver un telediario o debate televisivo, hojear un periódico o escuchar la radio para sentirse feliz ante la perspectiva de pertenecer a esta especie de paraíso en la tierra. Es cierto que también aparecen voces críticas en esos mismos medios, pero eso es sólo el positivo producto de las garantías que el sistema otorga a la oposición, la cual, una vez que llegue al poder, nos mostrará su propio modelo de paraíso.

Ante estas perspectivas, algunos nos planteamos ir al oculista o al psiquiatra. ¿Cómo no lo vemos? ¿Cómo es posible que no experimentemos esa felicidad? La respuesta es bien sencilla: junto a esa España oficial hay otra, la España Real:

En esta España, la mayoría de la población tiene graves problemas para llegar a fin de mes, ser mileurista es todo un privilegio y el pago de la vivienda (hipoteca o alquiler) es la principal preocupación. En la España real la precariedad laboral, la pérdida del trabajo y el paro son la losa que nos atormenta. En la España real los asalariados perdemos poder adquisitivo cada año (por más que algún político experto en cinismo lo niegue); las rentas del trabajo cada vez suponen un menor porcentaje del total de la riqueza; y las subcontrataciones, los accidentes laborales (terrorismo patronal) y el cierre de empresas (deslocalizaciones) son “el pan nuestro de cada día”.

En la España real, los asalariados nos las vemos y deseamos para poder tener hijos. Las migajas que reparte el gobierno de turno apenas alcanzan para los pañales. Los centros educativos son guarderías donde dejamos a nuestros vástagos mientras producimos para el capital. Se aprueban leyes educativas (el papel todo lo aguanta) mientras se privatiza la educación y se burocratizan los centros públicos, cada vez menos democráticos. Y se refuerza ideológicamente a la familia, pero no se nos dice que es porque todo lo colectivo se está desintegrando y tendremos que recurrir a los vínculos familiares para subsistir (que se lo pregunten a las parejas que no pueden independizarse con sus trabajos precarios o sus salarios de miseria). La que vende como un gran adelanto las “hipotecas inversas” (forma abyecta de aprovecharse de los pensionistas) y fomenta que los padres dejen en herencia hipotecas a sus hijos.

La España real es la que soporta gobiernos que reducen los impuestos directos (los que gravan proporcionalmente los ingresos y por tanto hacen pagar más a quien más tiene) y aumentan los indirectos (sobre el consumo), haciendo que pobres y ricos paguen lo mismo por los productos (o que los pobres no puedan consumir). La que incluso reduce los tramos fiscales para gravar menos a los más ricos. La España en la que el propio Ministerio de Hacienda reconoce que “fiscalmente” los asalariados “ganamos más” que los empresarios (lo que no dice es que su principal misión es controlar nuestras nóminas y garantizar la continuidad del fraude fiscal por parte de la burguesía). La España que regala subvenciones a las empresas (una forma como otra cualquiera de trasvase de riqueza pública a manos privadas), haciendo que sus costes laborales sean irrisorios y sus beneficios aumenten. Y que saca en la tele a los patronos que emplean a personas con minusvalías, haciéndolos pasar por benefactores de los más necesitados, sin decir nunca que se aprovechan de esas personas y sus problemas para embolsarse más subvenciones y ampliar los márgenes de ganancia.

La España real es la que invierte nuestros recursos en faraónicas obras que enriquecen a los empresarios del cemento y el ladrillo, y poco o nada nos aportan a los trabajadores. Es la que sólo fomenta las infraestructuras de transporte público porque el negocio está ahí, en construirlas. Pero que fomenta el transporte privado (liquidando, privatizando o simplemente haciendo inútil y lento el transporte público) para que, además de pagar la hipoteca, paguemos también la letra del coche y la industria automovilística (la misma que echa trabajadores a la calle) aumente sus beneficios.

La España real es la que aumenta cada día la brecha entre un proletariado más pobre y una alta burguesía más rica. La que presume de sus grandes fortunas y oculta cuanto puede a la población que vive por debajo del umbral de la pobreza. La que manipula estadísticas (sobre la pobreza, el paro, el IPC,…). La España en la que la banca siempre gana, especulando con nuestras vidas y las del resto de proletarios del mundo. En la que las grandes empresas tienen impunidad garantizada. La España que, ante cualquier reivindicación obrera, nos dice que “eso no se puede porque la UE lo impide” (como si la UE no la dirigieran los mismos gobiernos que nos cuentan esa milonga).

En la España real, el aire que respiramos en nuestras recalentadas ciudades está contaminado; se aniquilan los espacios naturales para instalar hoteles, viviendas vacacionales y campos de golf; la desertificación afecta al 40% del territorio por culpa de unos regadíos que sobreexplotan los acuíferos y de la deforestación. Las diversas contaminaciones (atmosférica, acústica, electromagnética, hídrica,…) nos generan enfermedades y trastornos (sobre todo a los que más las padecen por no poder costearse lugares de residencia saludables). Y nuestro tiempo se malgasta en el camino al trabajo.

La España real es la que permite que miles de personas mueran ahogadas tratando de llegar a este “paraíso”. La que gasta millones de euros en material y asesoramiento policial y militar a los países de origen de los inmigrantes (cuyos gobiernos no destacan precisamente por su preocupación por los ciudadanos), en lugar de destinarlos a un verdadero desarrollo social de esas personas. La que fomenta en el fondo el racismo y la xenofobia, a través de las leyes y del propio tratamiento informativo del problema migratorio. La que lidera en la UE que haya ciudadanos de segunda (rumanos y búlgaros) sin decirnos que así seguirán siendo la mano de obra esclava de nuestros campos y andamios. La que permite, alienta y protege a los empresarios que explotan a los trabajadores inmigrantes, negándoles (de una u otra forma) los derechos que los autóctonos tenemos. La que se olvida, no sólo de los 40 años de dictadura fascista, sino de los siglos durante los que los españolitos tuvieron que irse con una mano delante y otra detrás.

La España real es la que se deja alienar con el estéril debate sobre si somos un estado o unos cuantos, pero que no cuestiona el papel de todos los estados (actuales, pasados y futuros) al servicio de la clase explotadora. La que ofrece por la tele carnaza nacionalista (españolista, catalanista, vasca,…) para alejar al proletariado de su lucha contra el capital y la burguesía. La que discute sobre jefaturas de estado sin analizar para qué sirven los estados y quiénes son los jefes. La que habla de globalización sin percatarse de lo que eso implica a nivel político.

Dado que en este país está mal visto ir al psicólogo o al psiquiatra, y que por más gafas que nos pongamos no veremos el paraíso, a los proletarios no nos va a quedar más remedio que abrir bien los ojos, observar la España real (esa parte del mundo real en la que vivimos) y hacerle frente. A ella y a los que se benefician de cómo es ella. O eso o dejarnos llevar a la barbarie.

martes, 23 de octubre de 2007

Crónicas de "la Francia de después"

1. Los regímenes especiales de jubilación en Francia
(21 de Octubre de 2007)[1]

Se nos había prometido, esta vez “sin trolas”, que las últimas elecciones realmente iban a cambiar las cosas. Se tendría por fin el Elegido (del pueblo y de una determinada fuerza mítica) que volvería a poner a Francia en el camino correcto. Así, después de cinco años de intenso bombardeo mediático y una campaña muy superficial, Sarkozy fue elegido el 6 de mayo pasado. Desde entonces, era necesario acoger a la derecha sin complejos[2] (o sin vergüenza, para los íntimos) y su mensaje: "imaginemos Francia después"[3].

Desde entonces, "nuestro" presidente se volvió aún más omnipresente que nunca en los medios de comunicación. Todos los periodistas se pusieron de acuerdo en decir cuán diferente es él (imagínense, él hace jogging todo el día), hasta qué punto él estaba próximo al pueblo humilde,... Además, se nos preparaba un escenario a lo Kennedy: la pareja "Cécilia-Sarko" se nos presentaba en un decorado de lentejuelas y glamour...

Por todas partes ha reinado un ambiente artificial, como que todo estaba cambiando. Todas las reformas prometidas (realmente apenas mencionadas durante la campaña) se establecían rápidamente con el fin de sacar a Francia de una supuesta quiebra, quitarle “su sombrero de mal estudiante” de los países occidentales y restablecer el crecimiento y el poder adquisitivo. Todos los oportunistas de todas las opiniones (izquierda y derecha, cantantes, intelectuales) se lanzaron a los pies del “Mesías”. ¿Nadie es profeta en su país?

He aquí pues la presentación oficial de los acontecimientos de estos últimos meses. Esta descripción ha sido recogida tal cual por los medios de comunicación internacionales, ¡hasta el punto que incluso Vanity Fair ha declarado que Sarko-superstar era el hombre más elegante y bello del mundo, al mismo nivel que Brad Pitt!

Sin embargo, es otra versión totalmente distinta la que se propone aquí. Quiere dirigirse en particular a nuestros contactos y otros militantes extranjeros, una suerte de tarjeta postal de esta "Francia de después".

Ante todo, analicemos lo que se oculta tras la "ruptura"[4] de la UMP. Sarkozy, como buen político, basó su campaña sobre la vaga idea de que las cosas se harían de forma diferente. Extraña idea cuando se sabe que el personaje en cuestión ha estado en la escena política desde hace treinta años. Además, fue un miembro importante, en dos ocasiones, de los gobiernos salientes así como el presidente del partido de la mayoría. No es, pues, ajeno a las políticas de estos últimos años. Entonces, ¿es una ruptura contra qué lo que propone?

Obviamente, todo es pura demagogia. La clase obrera y la clase media están muy decepcionadas de la política en general y reina la falta de confianza. Esto explica que en 2002 la extrema derecha consiguiese ser la segunda fuerza en las elecciones. Era necesario pues jugar las mismas cartas.

Dicho esto, existe al menos una "ruptura", pero no contra la política hecha durante estas tres últimas décadas, sino contra el “estado del bienestar”. Se trata de destruir las conquistas sociales que bloquean el desarrollo económico (tradúzcanlo como crecimiento de los beneficios), de atacar a los más vulnerables (parados, jóvenes, jubilados, precarios, inmigrantes,...) tildados de "vagos" cuando no simplemente de criminales, de reducir los impuestos a las grandes fortunas, de dejar en el olvido el Código de Trabajo,...

Ahí está la "ruptura". De ahí las privatizaciones, las reducciones de cotizaciones patronales, la no sustitución de los funcionarios, los ataques contra las jubilaciones, las reducciones presupuestarias para la Educación y la Salud, y las otras medidas de austeridad.

Pero esto no es una "ruptura" con la política tradicional, es pura ortodoxia del “pensamiento único”. Todos los reglamentos y directivas europeos van en este sentido. Todos los gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, han intentado establecer estos principios neoliberales. De ahí el recurso al nacionalismo, al egoísmo y al racismo para encubrir el problema: el sistema no puede ya permitirse mantener las conquistas sociales, las cuales deben ser dejadas atrás.

El último ejemplo de este tipo de ataques, el proyecto relativo a la jubilación de los regímenes especiales[5], dio lugar a una importante movilización por parte de los trabajadores el 18 de octubre pasado. Y esto, a pesar de la propaganda por parte de los medios de comunicación.

En efecto, como fieles servidores, los medios de prensa han preparado el terreno desde las elecciones. Los argumentos estrellas son: la necesidad de equidad, entre estos regímenes y el régimen general, y el argumento demográfico[6]. En efecto, los partidarios de la propiedad privada se presentan hoy en día como "extremistas de la igualdad" que se ven obligados a hacer una reforma para salvar a los trabajadores de ellos mismos. ¡Yendo contra su opinión, por supuesto!

Comencemos por lo más fácil: la igualdad. Ante todo, y esto a pesar del silencio de los medios de comunicación, es necesario saber que entre los "privilegiados", algunos no son contemplados por la reforma: los marineros, los mineros,... ¡y los parlamentarios! Para las dos primeras categorías, se comprende. Pero para estos últimos, no. Los “pobres”, ya ven, además de acumular funciones y reunirse cuando bien les parece (la Asamblea Nacional y el Senado están a menudo casi vacíos), tienen un oficio "penoso". Deben esperar entre dos sesiones para fumar sus buenos puros y ponerse bajo los focos de los maravillados periodistas. Este "esfuerzo", ¿les causará tener una esperanza de vida tan corta como la de los obreros?

Mientras que este detalle es ampliamente “olvidado” en los medios de comunicación, estos mismos medios sí plantean abiertamente la siguiente cuestión ante las huelgas: ¿todos unidos con los privilegiados? Se nos habla sin cesar del "jueves negro", presentándonos a los demás trabajadores como "rehenes" en manos de los huelguistas en espera de sus trenes y metros. Todo se hace para enfrentar a unos trabajadores contra otros (activos contra pensionistas, públicos contra privados, huelguistas contra usuarios) y evitar, de esta forma, toda solidaridad de clase. Ya que, en el fondo, esta contrarreforma es la antecámara de una reforma más global que sustituirá a medio o a largo plazo al sistema de distribución por el de capitalización. Los bancos y las aseguradoras ya se frotan las manos...

El segundo argumento está vinculado al "realismo". Es cierto que Francia, como los otros países desarrollados, experimenta una disminución de la natalidad y un aumento de la esperanza de vida. Por lo tanto, habrá cada vez menos activos para cada vez más pensionistas. La reforma estaría justificada por este simple cálculo aritmético...

Ahora bien, aunque vinculados, las jubilaciones no se financian por el número de trabajadores activos sino por la riqueza real, por la riqueza producida por estos trabajadores. Lo que no dicen es que las riquezas producidas no fueron jamás tan cuantiosas como hoy, y esto incluso con menos trabajadores proporcionalmente. En efecto, el PIB (riqueza producida por un país) no tiene hoy nada que ver con el de la posguerra, cuando se establecieron los regímenes de jubilaciones. El problema es muy distinto.

¿Dónde está entonces el problema? ¿Hay más recursos que antes y no es posible financiar jubilaciones para todos (públicos y privados) con 37,5 años cotizados? El problema está en realidad vinculado a la distribución de las riquezas. Ésta se está volviendo cada vez más desigual. Como lo explica bien el sindicato SUD, "el supuesto problema de la crisis de las jubilaciones no es más que un pretexto. El Consejo de Orientación de las Jubilaciones, órgano gubernamental, calculó el coste de una vuelta a los 37,5 años en 0,3 puntos del PIB (riqueza nacional). Eso no puede compararse de ningún modo con los 10 puntos del PIB que pasaron, durante los 20 últimos años, de la masa salarial a los beneficios... y esta evaluación se revisó incluso a la baja en 2007. Lo reiteramos, el problema de las jubilaciones no es un problema financiero, sino una “opción de sociedad."[7]

En efecto, ahí está toda la cuestión. "En 1980, sobre 100 puntos del PIB, 70 iban a la masa salarial y 30 a los beneficios." En la actualidad, solamente 60 van a la masa salarial y 40 a los beneficios."[8] Mientras que los trabajadores son los que producen las riquezas, ellos obtienen una parte cada vez más pequeña de ésta. De golpe, la seguridad social conoce un enorme déficit, los salarios son muy bajos… ¡y ahora arremeten contra las jubilaciones!

Todo esto muestra bien a las claras que, desde el final de los “gloriosos Treinta”, la correlación de fuerzas entre la clase obrera y la burguesía se ha deteriorado. Con el masivo desempleo y con un sindicalismo oficial que se limita a la "negociación", el nivel de vida de los trabajadores se deteriora. Las contrarreformas se suceden y son “la norma” sin que los sindicatos puedan defender a los trabajadores. O bien los dirigentes sindicales apoyan abiertamente el proyecto, o bien no organizan absolutamente nada, o bien apelan a "jornadas de acción”, distantes entre ellas, hasta que el movimiento pierda su amplitud (como pasó en 2003).

Ahora bien, la reciente historia lo muestra a las claras: los únicos éxitos han sido todos fruto de luchas decididas (1995, 2006 contra el CPE[9]). En este último caso, fueron los estudiantes quienes organizaron, de manera muy autónoma, la respuesta. Por supuesto, después, los partidos de izquierda y los sindicatos fingieron ser los que construyeron este movimiento que se oponía al CPE y al CNE, y muchas veces a todos los contratos precarios, para limitarlo al CPE ... En este sentido, la lucha fracasó.

Volviendo de nuevo al último ataque contra las jubilaciones: hace meses que Thibault (CGT), entre otros dirigentes, utiliza un lenguaje "radical". Pero no ha habido nada más. ¿Por qué han esperado el anuncio del Gobierno declarando que estaba listo para esta reforma, si nadie dudaba que sólo era una cuestión de tiempo? ¿No saben que quienes golpean primero lo hacen dos veces?

Finalmente, se decidió una jornada de movilización para el 18 de octubre. Fue un rotundo éxito, aunque los medios de comunicación le concedieron tanta importancia como al divorcio de Sarkozy. Entre 150.000 (según la policía) y 300.000 (según los sindicatos) manifestantes por toda Francia, un 73,5% de huelguistas en la SNCF[10] (en 1995 hubo un 67 %), un 58% en la RATP[11], un 51,9% en EDF[12], un 10% de profesores,... Por supuesto, en vez de preparar un debate público, los medios de comunicación se limitaron casi exclusivamente a dar la palabra a los usuarios "exacerbados".

Ante esta fuerte advertencia, el mensaje del Gobierno fue que "quiere negociar, pero el proyecto se aprobará". Siempre la famosa negociación, sostenida en cuerpo y alma por la patronal y los políticos (una mayoría de derechas y una oposición de izquierdas). Esto muestra bien a las claras hasta qué punto es eficaz ... para la burguesía. Basta con hacer una ley muy hostil y a continuación ablandarla un poco después de las negociaciones. Así, se hacen algunas concesiones, pero todo está delimitado por adelantado. Pero, ¿qué hacen los sindicatos?

La CGT[13], protagonista clave del movimiento, llama a la reanudación del trabajo al mismo tiempo que Sarkozy dice que no cederá y que la movilización no ha sido tan fuerte como para eso. Por su parte, SUD y FO[14] propusieron seguir. Lo más importante es que bastantes trabajadores han votado prolongar la huelga: las asambleas generales en París, Sotteville-lès Ruán, Marsella,...

Es aquí donde hay que jugárselo todo. Es a los trabajadores, objetivos de los ataques, a quienes corresponde el derecho a decidir por sí mismos. Si delegan ese poder, sea a quien sea (políticos, sindicalistas o “revolucionarios”), la batalla está perdida de antemano. Sólo la lucha produce resultados. Los huelguistas no se equivocaron: "Luchar más, para ganar más"[15].

Los sindicatos son, por supuesto, una herramienta en la lucha de clases. Son útiles en el marco de las reivindicaciones en las empresas y también en el marco de verdaderas reformas que favorezcan a los trabajadores. Muchos obreros han sido perseguidos para que existan hoy. Por contra, la mayoría de ellos forman ahora parte del capitalismo, fundamentados en la teoría del "diálogo social" y en un falso consenso. Todas las distintas versiones de la dominación capitalista lo han hecho ya desde hace más de un siglo: el liberalismo, el fascismo, el capitalismo de Estado,... Son órganos llamados a canalizar las luchas, a mantenerlas dentro de la lógica capitalista ... Es por eso que la patronal aplaude a menudo la “responsabilidad” de los dirigentes sindicales.

A partir de aquí, se convierten en obstáculos al progreso. A partir del momento en que se oponen a la soberanía de los trabajadores ... desempeñan un papel reaccionario y es necesario luchar contra ellos.

Para resumir, aunque los trabajadores puedan defenderse a través de los sindicatos en las luchas por reformas (casos cada vez más raros) o por reivindicaciones a nivel de empresa, se convierten muy a menudo en herramientas de la reacción en las luchas importantes, sobre todo cuando éstas se oponen a la lógica capitalista. Es necesario pues sustituirlos por consejos de los trabajadores, cualquiera que sean sus formas (AG, Comités...), realmente democráticos, en cuanto éstos aparecen, incluso en los combates estrictamente reformistas.

Estas luchas deben ser lo más amplias posibles. En efecto, los ataques contra una categoría de trabajadores se inscriben en una estrategia más global de lucha de clases por parte de la burguesía. Por más que nos muestren un cuadro teñido de nacionalismo donde el trabajador va de la mano del patrón para gloria de la bandera, todo eso es falso. Todas esas tonterías se evaporan en cuanto es posible aumentar los beneficios. La pintura se diluye, la cara del trabajador desaparece y solo queda el burgués triunfante.

Las deslocalizaciones, los despidos, las negativas a aumentar el SMIC[16]… ¿no son sino ataques de una clase contra otra? ¿Por qué es necesario, como trabajadores, dejarse adormecer por “cuentos de hadas tricolores”? La lucha de clases es bien real y no desaparece por decreto.

En la actualidad, el Gobierno y la patronal atacan a nuestra clase de diversas formas: privatización programada de las universidades, redadas de trabajadores sin papeles y sus familias, imposición a la fuerza del Tratado Constitucional europeo[17], reducción de impuestos por los ricos, reducciones de las cotizaciones patronales, IVA llamado "social"[18]... Se ataca a toda la clase: estudiantes, parados, empleados, etc.

En este sentido, es alentador ver el llamamiento a la unidad hecho por muchas AG. Un reciente ejemplo es el de la Universidad de Ruán el 17 de octubre[19]. Aparece el vínculo entre el combate de las universidades y el resto de las luchas.

Es esta unidad lo que asusta al poder, no las pseudo-amenazas de los burócratas sindicales. Es ella el primer objetivo. Es por eso que han recurrido a un racismo creciente de los franceses contra los sin papeles y los inmigrantes. Es por eso que han recurrido al egoísmo y al individualismo enfrentando a los trabajadores de los regímenes especiales con los trabajadores del régimen general. Es por eso que tratan a los que se benefician del RMI[20] y a los parados como defraudadores para oponerlos a los asalariados

Así pues, las consignas son por supuesto la unidad de clase para obtener regímenes de jubilaciones iguales para todos (37,5 años de cotización) y también la regularización de las personas sin papeles, la supresión de las reducciones de cotizaciones patronales,… ¡No al "diálogo social"! ¡No esperemos nada, a veces la mejor defensa es el ataque!

Por supuesto, los teóricos del pensamiento único dirán que la mundialización obliga a Francia a aplicar un plan de austeridad, ¡la competencia internacional obliga a eso! Si el capitalismo (ése es el verdadero problema, no simplemente Sarkozy) no puede permitir a la sociedad progresar más, si el futuro de los proletarios es sobrevivir según el humor de los patronos, nosotros respondemos: ¡Los trabajadores no tienen por qué pagar! ¡No tienen nada que perder salvo sus cadenas! ¡Otro mundo es posible!






[1] Reproducimos aquí la traducción de un texto que nos han enviado nuestros camaradas residentes en Francia.
[2] Sarkozy es el representante de esta derecha que no nuda a retomar las ideas de la extrema derecha (xenofobia, elitismo, moralismo, etc.). Hoy en día, esta derecha es hegemónica.
[3] Lema de la campaña electoral del UMP (Unión de la mayoría presidencial), partido unitario de derecha.
[4] La campaña electoral se basó sobre una cierta ruptura. Todos los partidos la prometieron.
[5] Estos regímenes, contrariamente a los regímenes generales (empleados de empresas privadas) y funcionarios públicos, prevén cotizaciones de 37,5 años en vez de 40. Se incluye aquí, entre otros, a los ferroviarios, a los marineros y a los parlamentarios. Como información, antes de 1993 todos los regímenes cotizaban 37,5 años. Los distintos Gobiernos desde entonces han atacado sucesivamente las jubilaciones del sector privado, luego del público (2003) y ahora una parte de las de los regímenes especiales.
[6] Se citan otros argumentos, igualmente falsos. No se trata aquí de volver de nuevo sobre ellos. El sindicato SUD (Solidarios Unitarios y Democráticos, llamado también “Solidarios”) ha elaborado un documento muy interesante a manera de respuesta : http://www.solidaires.org/article15977.html
[7] SUD Energie, SUD Rail, SUD RATP, Los regímenes especiales de jubilación : Preguntas/Respuestas, http://www.solidaires.org/article15977.html
[8] Idem, Op cit. Indicamos que en la "masa salarial" están comprendidos los salarios y la financiación de la protección social. Esta última es un "salario indirecto" para la clase obrera. Por consiguiente, todas las reducciones de las cotizaciones patronales para su financiación son una reducción de esa masa salarial.
[9] El gobierno quiso imponer un contrato precario específico a los jóvenes (menores de 26 años): el empleador podía despedir al empleado sin tener que justificarse y como quisiera durante los dos primeros años. Aunque este proyecto fue abandonado, otro tipo de contrato, el CNE, sigue existiendo: aquí las mismas características existen pero sólo puede ser utilizado por las empresas de menos de 20 trabajadores.
[10] Compañía estatal de trenes.
[11] Empresa de transporte de Paris y la región parisina: metros, trenes RER y autobuses.
[12] Empresa (en proceso de privatización gradual) de Electricidad.
[13] Central General de los Trabajadores, principal sindicato.
[14] Fuerza Obrera, vieja escisión de la CGT.
[15] Este lema de los trabajadores hace referencia a la frase de Sarkozy: “trabajar más para ganar más dinero”. Esta es la principal solución para el deterioro del poder adquisitivo. Pero, hay una verdadera respuesta a este problema (y, claro, el Gobierno no quiso hacerlo): aumentar el salario mínimo.
[16] Salario mínimo.
[17] En Francia, como en Holanda, los electores rechazaron la Constitución Europea en 2005, a pesar de la propaganda oficial en su favor.
[18] El Gobierno desea pasar el IVA del 19,6 % al 21 %. En teoría, es para frenar las importaciones. En realidad, se trata de aumentar los ingresos del Estado con un impuesto que no tiene un impacto sobre las empresas y al mismo tiempo disminuir la imposición a los ricos (“para dinamizar la economía” dicen). Recordemos que el IVA tiene una tasa de imposición única para el trabajador y el burgués. Ambos pagan lo mismo. ¡Vaya manera de ayudar a los más pobres!
[19] Este llamamiento puede ser consultado en esta dirección: http://courantintersyndical.free.fr/post.php?ID=174
[20] Ayuda pública para los que tienen bajos ingresos y que no trabajan.

viernes, 19 de octubre de 2007

Sobre la MEMORIA HISTÓRICA


Parece que el gobierno del PSOE aprobará, antes del término de la legislatura, la llamada “Ley de la Memoria Histórica”. Ante lo que parece que va a ser esa ley, los militantes de Democracia Comunista (Luxemburguista) en España queremos exponer las siguientes consideraciones:
  1. Nos parece vergonzoso que un partido que se dice de izquierdas haga una ley que para nada cumple las expectativas y deseos de los que llevan, en el silencio impuesto primero y abiertamente ahora, 70 años reclamando medidas que restituyan la dignidad de los que fueron asesinados por los fascistas sublevados en el 36. No hay una sola asociación o movimiento implicado en esta lucha por la dignidad y los legítimos derechos de las víctimas de la dictadura franquista que esté de acuerdo con el engendro que propone el PSOE.
  2. Es sencillamente indignante meter de cualquier forma en el mismo saco a quienes se sublevaron contra un régimen, pequeño-burgués pero elegido democráticamente por la mayoría, y a los que defendieron ese régimen. La sublevación y la guerra civil son responsabilidad exclusiva de los fascistas sublevados.
  3. No puede olvidarse nunca que el exterminio de la izquierda fue la respuesta elegida conscientemente por los terratenientes y la gran burguesía cuando vieron peligrar sus intereses de clase. El “sapo iscariote y ladrón” inaugurador de pantanos, y sus mesnadas de militares, curas, falangistas y requetés sólo fueron los intérpretes de la sinfonía orquestada por la oligarquía.
  4. Sin anulación de los juicios la ley será sólo una pantomima, un insulto macabro a la inteligencia. No esperábamos mucho más de nuestros hipócritas y descerebrados gobernantes, pero queremos expresar la náusea que nos producen.
  5. Probablemente, lo que se oculta tras la negativa a anular los juicios no sea otra cosa que el miedo a tener que hacerse cargo de posibles indemnizaciones a los damnificados por la represión. A tener que analizar qué pasó con las “confiscaciones” (el botín de guerra). Y a verse obligados a sufragar la búsqueda de los cadáveres de los desaparecidos y los gastos de la rehabilitación de la dignidad de esas personas.
  6. Este desenlace era de esperar. Han tardado más de 30 años en hacer algo. Han tenido mayorías absolutas y lo único que hicieron fue silenciar incluso a los que desde sus mismas filas reclamaban justicia. No podemos olvidar que el gobierno del PSOE ya ha negado, congelado o ralentizado su apoyo a muchas de las excavaciones que se han llevado a cabo. Y si ahora hacen “esto” es por la presión popular y porque de algún modo tienen que vender en sus medios de comunicación que son “progresistas” y “de izquierdas”. Cada vez engañan a menos gente.
  7. La actitud de Izquierda Unida en este asunto es lamentable. Están yendo contra sus propios militantes, muchos de los cuales están implicados en los procesos y organizaciones que tratan de recuperar a los desaparecidos y la memoria de lo que el régimen franquista intentó hacer olvidar. Su seguidismo respecto del PSOE sólo es explicable desde la lógica burocrática y electoralista en la que están inmersos. Sus ansias de ocupar cargos ante una eventual “necesidad de apoyos” por parte del PSOE nos recuerda cada vez más al “cuento de la lechera”. Ya saben cómo termina el cuento.

Queremos terminar este escrito con un pequeño homenaje a todos los que, de una forma u otra, padecieron el franquismo. Para ello queremos utilizar un poema que Manuel Orea Mateo dedicó a las muchachas conocidas como “las trece rosas”. Ahora se estrena una película sobre ellas. Y ya se realizó un documental. Este poema y su autor probablemente no sean tan conocidos. Pero la historia de este poeta que con 14 años fue a la cárcel (en 1939) por escribir poemas ejemplifica a la perfección lo ocurrido a los españoles de entonces. Nuestro más profundo reconocimiento a todos los que soportaron aquellos años.

LAS TRECE ROSAS

Sobre la arena arrojadas
de un nuevo circo romano,
por césares infrahumanos
sirviendo están de carnada
La virgen abochornada
contempla a sus trece lirios,
y con la cara tapada
llora los trece martirios;
que ellas nunca hicieron nada.
Que la inocencia más pura
es de trece condenadas
del paseo de Extremadura.
La acusación difamante,
es una mentira vil.
La muerte de un comandante
de nuestra guardia civil
por facciones encontradas
en hegemonía y poder,
fue sobre ellas volcada,
y tendrán que responder
de tan infausta mentira
que cubra a los criminales.
¡César templando su lira,
cantando a trece rosales!

¡Trece rosales, no! Sólo trece flores;
son trece niñas vendidas.
Son trece niñas menores
que pagarán con su vida
sus ansias de libertades;
trece rosas escogidas
para escudar las maldades
de las mentes más podridas.
Que aprovechan su victoria
descargando su conciencia
en víctimas propiciatorias
que oculten su violencia.

¡Ay Gabaldón si pudieras
cortar la mano asesina
que a ti la muerte te diera
a la vuelta de una esquina!
¡Ay Gabaldón, si quisieras
dar al tribunal tu luz,
con la verdad de tu cruz
sus cruces no permitieras!
Porque están siendo juzgadas
sin hacerte ningún daño,
quince a diecinueve años
tendrán al ser fusiladas;
y aunque el vientre de una de ellas
es vientre de embarazada,
pagarán otras querellas
sin participar en nada;
son cual mártires cristianos
a las fieras arrojadas,
que por seres inhumanos
habrán de ser devoradas.
Mira, que son trece rosas
como trece llamaradas,
trece muertes alevosas
que encenderán camaradas
con rojizos resplandores,
en rosas maravillosas
que germinarán en flores
destruyendo la cizaña,
para volcar sus amores
en el resurgir de España.

De la cárcel de las Ventas
salieron de madrugada,
camino de la Almudena,
al paredón de sus tapias.
Trece rosas van cantando
como trece luminarias;
los fuegos fatuos se esconden
ante el brillar de las armas.
Los pecados capitales
visten la noche de gala,
mientras la luna entre nubes
está ocultando sus lágrimas.
El silencio de la noche
se rompe con las descargas
que están mordiendo los pechos
que no verán la lactancia.
Sobre los ríos de sangre
la noche vuelca la escarcha;
y entre grises nubarrones
se viste de luto el alba.
En una fosa común,
se fundieron con la patria.
En una fosa común
esperarán el mañana,
en un resurgir de rosas
por trece rosas forjadas.

Manuel Orea Mateo, Romances para dos guerras. Forma Ediciones. 1978

martes, 16 de octubre de 2007

CHINA: ¿del Capitalismo de Estado al Capitalismo “Normal”?

En esta exposición, muy brevemente y de forma muy general, intentaremos caracterizar el régimen económico-social (y político) chino. Es un avance de un análisis más pormenorizado sobre la realidad del “gigante asiático” que estamos elaborando. Lo publicamos ante la “actualidad” de los debates sobre China (“actualidad” debida al Congreso del PCCh).

Según las autoridades (y el PCCh) China es un sistema socialista o comunista. Pero la realidad es bien distinta, y hace que sólo podamos definir a China como un régimen de Capitalismo de Estado (o monopolístico de Estado), que se halla en transición a otro “liberal”, proceso en el que las recientes admisiones legales de la propiedad privada son un jalón decisivo.

El poder político absoluto lo ostenta el PCCh, que controla de forma absoluta la vida política del país:

  • Copa por completo las instituciones y organismos
  • Ese control tiene una sanción constitucional, puesto que la Constitución consagra a la “vanguardia”: los elementos más conscientes se organizan en el PC. Se arrogan el derecho a dirigir las instituciones y la vida política, económica, social y cultural del país.
  • El poder del PC se sustenta también (se ve reforzado) en el uso sistemático y arbitrario de la represión, a dos niveles: Ideológica (control y autocontrol social, mass media, enseñanza,…). Y policial-militar (y judicial), como quedó claro en los famosos sucesos de Tiananmén, lo que se repite ante toda manifestación de descontento

Pero quizás lo más importante es que ese poder político posibilita (y se ve reforzado a un tiempo) el mantenimiento por la misma nomenclatura del poder económico, en dos sentidos:

  • Dirección económica, a través de la planificación y de la administración de las empresas.
  • Control de los recursos (naturales, humanos y de capital)

Y ese poder económico-político confiere a su vez el poder social, que se evidencia en primer término en los privilegios y las condiciones de vida de los dirigentes. Estos conformarían lo que algunos autores han denominado una “casta” burocrática. Pero en realidad debemos considerarlos una clase social antagónica a la de los productores directos (el proletariado urbano y rural). Esto es así porque las relaciones sociales de producción que se establecen entre los “burócratas” y los productores directos son capitalistas, puesto que, a través de unos mecanismos concretos (en este caso el poder político, el Estado), el aparato del PCCh controla los medios de producción (el capital), los “posee” colectivamente para un proceso orientado a la propia acumulación de capital. Es decir, el capital domina sobre el trabajo. Esta situación conlleva necesariamente:

  • La explotación de la mano de obra, de los productores directos. El uso intensivo del factor trabajo (la sobreexplotación) es determinante en las actividades económicas chinas. Eso es lo que explica sobre todo el afán por invertir allí de las multinacionales y las potencias occidentales. Se enfrentan así las carencias de capital (que además es más caro).
  • La alienación económica, pues los productores no controlan el proceso productivo que realizan ni lo que resulta de él (la producción). Nada más lejos de la socialización de los medios de producción que el sistema chino.
  • La imposibilidad de “presionar” (reivindicar) sobre la parte del producto que se les asigna como salario (negación del derecho de huelga)
  • La imposibilidad de organización sindical autónoma.
  • Unas condiciones laborales terribles (horarios, salud laboral, salarios,…)

Todo esto explica las inversiones de las multinacionales, que se están reflejando en una verdadera “inundación” del mercado mundial de productos “made in China” (y en cierres y “deslocalizaciones” de empresas en el “primer mundo”). Esas inversiones siguen un modelo que no se aparta demasiado de los mecanismos imperialistas de antaño: un acuerdo que beneficia a dos élites (en este caso la dirigencia china y la de las multinacionales), que aportan al proceso productivo factores complementarios. En este caso unos ponen la mano de obra barata, disciplinada y reprimida; y los otros los recursos de capital e intercesión ante los gobiernos occidentales para abrir mercados (como ponen de manifiesto los acuerdos de 2005 con la U.E.).

La propiedad privada recientemente aprobada no es sino una sanción legal del poder adquirido por la clase capitalista burocrática, permitiendo:

  • Mayor libertad en el uso y disfrute de lo que han arrebatado al proletariado utilizando su preeminencia política.
  • La heredatibilidad de la situación (derecho de herencia)
  • La homologación al resto de la oligarquía capitalista mundial (neoliberal), con la que comparten intereses de clase, frente a la clase trabajadora. Se conforma pues una alianza para afianzar la explotación en China, ante la cual las exigencias de respeto de los Derechos Humanos pasan a un segundo plano.

A nivel de distribución de la riqueza (medios de circulación) la prueba palpable es su desigual distribución. Evidentemente, el grupo más rico está formado básicamente por los cuadros del PCCh (partido en el que, sin ningún tipo de problemas, se inscriben los nuevos empresarios). A nivel de la producción, es el control de los medios, de las decisiones, y del proceso de acumulación, la evidencia de que estamos ante un sistema capitalista (de Estado, como lo fueron los regímenes del bloque soviético).

La tendencia más previsible es a un aumento de las desigualdades y de la exclusión social, por más que se defina oficialmente como modernización y aperturismo. Las inversiones (y las multinacionales que las hacen) se extenderán. Y el capitalismo chino se “homologará” al resto.

Sólo la combatividad proletaria (del proletariado explotado chino y del resto del mundo) puede variar el rumbo del proceso. En el aumento (muy significativo) de la conflictividad social en los últimos años (pese a la represión feroz de los “autoproclamados” comunistas) están depositadas nuestras esperanzas.

lunes, 15 de octubre de 2007

Por una revolución no violenta

"Un objetivo que necesita medios injustos no es un objetivo justo" (Karl Marx)

La ideología dominante califica de "violentos" a numerosos métodos de acción, en realidad legítimos, del movimiento obrero democrático, como los piquetes de huelga, las ocupaciones de centros de trabajo,... Ejemplos de esta criminalización por parte de la burguesía, los gobiernos y sus medios de comunicación hemos podido verlos (y padecerlos) en cada una de las Huelgas Generales desarrolladas en España, en las que se asimilaba a los piquetes sindicales, de forma malintencionada, a las prácticas mafiosas. O en las ocupaciones en Argentina de las empresas abandonadas por los patronos tras la última crisis. Esas empresas recuperadas y autogestionadas por los trabajadores se han convertido en objetivo prioritario de la reacción burguesa y de su gobierno, dado que ponen de evidencia las posibilidades reales de la socialización.

Todo eso no son formas violentas de lucha. La violencia surge en realidad del lado de la organización capitalista de trabajo, que impone a los asalariados, cuando no la pueden soportar ya más, actuar en defensa de sus derechos elementales.

Esos métodos de acción son formas espontáneas de lucha, así como la huelga general y la organización en asambleas generales democráticas y soberanas. Son pues las bases de una revolución llevada a cabo por la clase social que está sometida al salariado.

Además, una verdadera revolución democrática se hará en las conciencias, tanto como en la conquista del poder desde la base. Lo que nosotros debemos combatir y abolir es el sistema capitalista que hace que los seres humanos se vuelvan competidores y enemigos.

La revolución por la que nosotros militamos, es la revolución hecha por seres humanos iguales y libremente asociados. Esta revolución, que desemboca en el socialismo/comunismo, va en contra (a la vez por sus objetivos y por sus medios) de la ideología de la clase dominante. Ahora bien, esta ideología (que no duda en justificar las violencias de la clase dominante, y del imperialismo en particular) se encuentra tanto en las capas explotadas como en las que explotan. La revolución democrática deberá desenmascarar las ideologías mistificadoras y que sirven para ocultar la realidad, y, en particular, la violencia terrible de la esclavitud asalariada.

La revolución socialista- comunista, proceso de transformación radical de la sociedad humana realizado por ella misma, es a la vez la conquista de la democracia y de la igualdad, y la eliminación de las explotaciones, de las dictaduras y de las violencias. Se trata de pasar, a través de la revolución consciente y de las conciencias, de la era capitalista a la era de la humanidad reunida.

En 1918, diez días después de su liberación de prisión, Rosa Luxemburg asignaba a la revolución alemana el objetivo inmediato de la abolición de la pena de muerte (artículo publicado en el Diario espartaquista Die Rote Fahne de 18 de noviembre de 1918). Un mes más tarde, en el programa de la liga espartaquista, escribía: "La revolución proletaria no tiene ninguna necesidad del terror para realizar sus objetivos. Odia y detesta el asesinato"[1]

La revolución democrática es en efecto un proceso coherente: suprimir la explotación no puede hacerse empleando la explotación, suprimir la violencia no puede realizarse usando la violencia.

[1] Rosa Luxemburgo, ¿Qué quiere la Liga Espartaquista? (14 de Diciembre de 1918)

Carta a Corriente Roja

Reproducimos a continuación el escrito que dos camaradas han enviado a la organización a la que anteriormente pertenecían, y que desean hacer público.

Estimados compañeros:
Os comunicamos nuestra firme decisión de dejar de pertenecer a Corriente Roja.

La decisión está tomada desde el fundamento de estar radicalmente en contra de sus últimas manifestaciones, las cuales apoyan a los nazionalismos (los nacionalismos, sean español, catalán, vasco, etc... son cánceres de atontamiento inoculados por la burguesía local para manipular a los obreros, haciendo que se maten unos contra otros en pos de sus beneficios; los nazionalismos alejan al obrero de su verdadera lucha contra el capital y la burguesía). Recordemos a Marx cuando sobre este tema contestaba a Bauer. La liberación de los pueblos no pasa por cambiar una opresión por otra, los nazionalismos hacen que la clase obrera se divida en nombre de una bandera (es decir, de una alucinación), y si la clase obrera se divide aparecerá mas débil (y todos sabemos cómo se comportan los abertzales o los compañeros "antimonárquicos" catalanes con los obreros castellano-parlantes, igual que sus colegas de extrema derecha españolista con los obreros vasco o catalano-parlantes, por lo tanto son la misma escoria fascista).

Se ha hablado de la causa republicana,... como si a un trabajador explotado le importara que haya un rey o una república si le siguen explotando igual, es decir, si las relaciones de producción siguen intactas. Pero sobre el desarrollo de la conciencia obrera y sobre la emancipación nada de nada. Sin hablar de esa especie de frente-populismo disfrazado bajo el nombre de unión de izquierdas donde se pretende ir de la mano con los estalinistas del PCPE, u otros grupos pintorescos y diversos,... ¿Con qué objeto se unen enemigos declarados como trotskystas y estalinistas? ¿Será con el objeto de conquistar espacio político para aventuras parlamentarias y así convertirse en parte de esa orquesta burguesa que dirige a las masas y que mitiga el dolor causado por las contradicciones del sistema (pero que no destruye dichas causas) en vez de aumentar la masa obrera con la conciencia de clase desarrollada? Claro, eso sería peligroso, ya que haría que las masas pensaran por sí mismas y se planteasen su toma del poder, en vez de que lo haga una casta de políticos, embriones de la burocracia futura.
¿Cómo una organización que dice luchar por la libertad de los pueblos apoya a la pseudo-revolución cubana y su capitalismo de estado, o al payaso de Chávez y su socialismo-peronismo totalitario del siglo XXI? ¿O hablamos de la unidad de los obreros pero nos convertimos en aliados de nazionalismos excluyentes que son tan enemigos de la clase obrera como el rancio y fascista nazionalismo españolista?

Puede que sean fantasmas surgidos en nuestras cabezas producidos por la lectura del marxismo clásico o puede que sean verdad, pero el hecho objetivo es que no compartimos el actual grado de deriva ideológica en la cual está sumida Corriente Roja. Por lo tanto nos retiramos de dicha formación política, ya que pensamos que nuestro ciclo en dicha organización está acabado. Si alguien está interesado en debatir sobre esta cuestión, lo haremos gustosos en la página de la organización luxemburguista donde ahora militamos, Democracia Comunista (http://www.democraciacomunista.blogspot.com/). Agradeciendo el tiempo consumido con vosotros y las excelentes personas conocidas mandamos un saludo.

domingo, 7 de octubre de 2007

PRIMERA CONDENA JUDICIAL AL TERRORISMO PATRONAL

En su edición de 5-10-2007 el diario REBELIÓN (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=57235) publicaba una noticia de agencias sobre la que queremos realizar una serie de comentarios:

La noticia cuenta cómo por primera vez se confirma en España una sentencia contra un empresario (Manuel Macías) que le acarreará a ese patrono su ingreso en prisión. La condena de tres años (y una indemnización de 296.000 euros) es por un delito de imprudencia con el resultado de dos trabajadores muertos (en 2003). Según la noticia, “será la primera vez que un empresario pisará la cárcel por un caso de siniestralidad laboral”

La noticia no tiene desperdicio, pues nos muestra bien a las claras las condiciones en que hacía trabajar ese explotador y cómo se preocupaba por sus trabajadores:

Los dos trabajadores “cayeron de un andamio, que carecía de las más elementales medidas de seguridad”.

Uno de los trabajadores “carecía de contrato escrito y no estaba dado de alta a la Seguridad Social”

“Según el fallo, el empresario "no adoptó las medidas de seguridad necesarias para garantizar que el equipo utilizado por sus trabajadores fuera el adecuado", tampoco realizó la evaluación inicial de los riesgos ni había facilitado a sus trabajadores información ni formación preventiva”.

“Los inspectores y peritos que declararon en el juicio aseguraron que el andamio no sólo no era normalizado, sino que más bien parecía "improvisado" , y que si bien el empresario disponía de un servicio de prevención, no pudo beneficiarse a tiempo del mismo dado que no había pagado las cuotas”.

“En el juicio, el empresario afirmó que era él mismo quien impartía los cursillos de formación a sus trabajadores, lo que, para la juez de primera instancia, resulta "ofensivo", dada su "absoluta despreocupación por la importancia de las medidas de seguridad".

"Igual falta de sensibilidad y apatía mostró el acusado", según la sentencia, cuando reconoció que tres años y medio después del accidente aún no había satisfecho a los hijos menores de uno de los operarios fallecidos los 5.125 euros que debía en concepto de salarios y liquidación”.

“El acusado no pagó "ni siquiera una mínima parte de dicha cantidad" alegando que no disponía de dinero, pese a que la empresa seguía funcionado tras el accidente laboral, añade el fallo”

Evidentemente, nos alegramos de que gentuza como esa acabe en la cárcel, y esperamos que la sentencia se cumpla sin dilación. Pero las preguntas que nos surgen son muchas:

¿Qué hace que los proletarios arriesguen su vida trabajando en esas condiciones?

¿Cómo puede ser calificado de imprudencia por la legislación un hecho como éste, habiendo quedado demostrado que al patrono no le importaba lo más mínimo la seguridad de los trabajadores?

¿Qué justicia es esa que permite que la empresa de ese sujeto siga funcionando con normalidad después de la muerte de dos trabajadores y, sin embargo, espera 4 años para requerirle que pague a un niño, no ya la indemnización, sino simplemente los salarios que a su padre le costaron la vida?

¿Cómo puede ser que en el país de la Unión Europea con más muertos en accidentes laborales ésta sea la primera vez que un patrono va a ir a la cárcel?

Para nosotros, salvo contadas excepciones, no existen los accidentes laborales. No hay imprudencias. Lo que existe realmente es una concepción por parte de los patronos explotadores de lo que los proletarios somos. Para ellos no somos sino mercancías, herramientas, factores de producción que les hacemos obtener beneficios. Cuantos más beneficios, mejor. Como los esclavos. Eso es lo que ocasiona los muertos por “siniestralidad laboral”, más cada año de los que la organización terrorista ETA ha ocasionado en toda su historia.

Los proletarios nos vemos obligados a trabajar así, a poner nuestras vidas a merced de canallas como ése, porque en el sistema capitalista no tenemos asegurados los medios de subsistencia. Todo lo contrario. El paro, la precariedad, nos empujan a aceptar cualquier tipo de trabajo, tenga las condiciones que tenga. El miedo, el pánico, el terror a la pobreza, a la marginación, a la exclusión, nos obligan. Así los empresarios, los burgueses, cumplen su objetivo. Quien se queja ya sabe lo que hay.

Ese terror que nos infunden se ve amparado por leyes que consideran imprudencias lo que no son sino asesinatos. Por gobiernos cuyas políticas favorecen la precariedad. Por un estado pensado para garantizar los beneficios patronales y proteger a la burguesía, por todos los medios a su disposición. Por unas instituciones que reprimen brutalmente las manifestaciones proletarias mientras dejan actuar a los explotadores con total impunidad. Y por unos medios de comunicación que acallan cualquier voz discrepante, verdaderos púlpitos de los apologistas del sistema capitalista.

Pero el proletariado sabe perfectamente cómo se denomina a quienes infunden el terror y a sus complices. Por eso, en las manifestaciones, en las huelgas, se seguirá escuchando, mientras el capitalismo perviva

¡ACCIDENTE LABORAL, TERRORISMO PATRONAL!

domingo, 30 de septiembre de 2007

Los Fundamentos del Marxismo

Este texto es una traducción no literal del original francés “Les bases du marxismo”, publicado el 17 de Agosto en el blog Marxisme ( http://marxisme.canalblog.com/ ). Pedimos disculpas por los errores que la traducción pudiera tener. Nuestra idea, dado el carácter abierto del artículo, es abrir un debate a través de los comentarios.

El marxismo es un pensamiento crítico, pero no un "sistema": "Nunca he establecido un sistema socialista ", escribía Karl Marx en sus notas críticas sobre Adolphe Wagner (1881). El marxismo es un análisis de la evolución del mundo tal como es, un método que debe vincular íntimamente práctica y teoría.

He aquí los principales fundamentos del marxismo:

* La oposición a un sistema económico desigual, basado en la alienación, la explotación de la mayoría (a través del sistema del salariado), y dirigido hacia la consecución del beneficio para algunos, y no hacia la satisfacción de las necesidades de todos. Se trata del capitalismo, pero se pueden obviamente imaginar otros sistemas que presentan similares características esenciales, a los cuales los marxistas se opondrían igualmente.
Para la transformación de la sociedad, el marxismo considera necesario un proceso revolucionario que permita llegar a una sociedad basada en la cooperación y la gratuidad.

* "La emancipación de los trabajadores debe ser la obra de los propios trabajadores". Éste es un principio inherente al verdadero marxismo, que implica la democracia y la autoemancipación; así como que la democracia es elemento fundador indispensable para una nueva sociedad (a la que se denomina socialismo o comunismo). Sociedad que debe construirse liberada de las diversas formas de dominación.

* El internacionalismo, que es, a la vez, la constatación del interés común de los trabajadores del mundo entero y de la necesidad de la lucha a escala mundial, y el objetivo de la superación de las naciones hacia una comunidad humana mundial.

* El conocimiento y el análisis de la Historia (concepción materialista de la historia)[1].

* La constatación de la existencia de clases sociales que dividen a los hombres y a las mujeres en distintos segmentos de población; la constatación de las profundas desigualdades e injusticias entre esas clases; y la constatación de que mientras exista la división de la sociedad en clases, habrá luchas entre esas clases (lucha de clases).
En consecuencia, mientras participan actualmente en la lucha de clases de los trabajadores, los marxistas militan por una reorganización de la sociedad destinada a acabar con esa división clasista.

* El libre ejercicio del espíritu crítico. "Duda de todo", decía Marx, siendo el objetivo conocer la realidad tal como es, para comprenderla mejor y así transformarla.

Estos principios, o algunos de ellos, pueden perfectamente ser compartidos por otras teorías políticas y sociales: si es el caso, ¡obviamente tanto mejor! El marxismo no pretende aislarse, todo lo contrario: el objetivo es contribuir a la constitución de un movimiento del conjunto de la sociedad para crear "una asociación donde el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos" (Karl Marx, Manifiesto Comunista).

[1] Esta cuestión está ampliada en el artículo aparecido en el mismo blog titulado “conception matérialiste de l'histoire

¿QUÉ EXTREMA IZQUIERDA?

Este texto es una traducción del original francés “Quelle extrême-gauche?” publicado el 27 de Noviembre de 2006 en el blog Extrême-gauche démocratique et unie. La traducción no es literal, por lo que pedimos disculpas por los fallos que pudiera presentar.

El término “extrema izquierda” engloba hoy día al conjunto de la izquierda que milita por acabar con el capitalismo y todas las opresiones. Lo que no parece de hecho demasiado, especialmente en términos de organizaciones.

A pesar de todo, la extrema izquierda es plural. Esto es positivo, pero demasiado a menudo los errores e incluso mentiras del pasado están todavía presentes - lo muerto domina a lo vivo. Ser fiel a una “tradición” revolucionaria, es ser fiel a las luchas colectivas de la base, y no a la palabra de ciertos militantes, cuyos escritos deben siempre ser pasados por la criba del espíritu crítico más libre posible.

Se puede y se debe a la vez mirar hacia el futuro, mientras se conoce nuestro pasado y se extraen todas sus lecciones. Por ejemplo, la inmensa mayoría de los "marxistas" del siglo XX han supuesto un claro retroceso, en relación a Marx, en temas como la democracia, la naturaleza de la revolución, el salariado,... Este amplio retroceso, que a menudo ha llegado hasta la traición pura y simple, supone una deriva claramente hacia la derecha. Para mirar plenamente hacia el futuro, es necesario tener claro lo que lo precedió.

Nuestro objetivo debe ser rebasar las soberanías políticas y económicas en pos de una revolución social mundial. Es al conjunto del movimiento obrero movilizado a quien corresponde ser colectivamente el actor, pensador, y líder del cambio de sociedad. Una extrema izquierda que quiera ser plenamente democrática y eficaz no puede sino basarse en la energía y la creatividad que surge de las luchas. Esta extrema izquierda tendría por objeto informar, analizar, y participar – sin pretender dirigir - en las luchas, en el movimiento de abolición del capitalismo, y en la conquista de la democracia.

El resto está por inventar.

LA POLÍTICA FISCAL QUE EL COMUNISMO SUPRIMIRÁ

Análisis de la política fiscal de Zapatero y Solbes
Diego Guerrero
Artículo aparecido en El Revolucionario el miércoles 6 de junio de 2007

En España ocurre lo que también sucede en los otros países capitalistas. Es decir, que la suma de lo que reciben los trabajadores a través de esa supuesta política social no es mayor sino igual a la suma que ellos pagan al Estado para financiarlo.
La clase asalariada tributa a Hacienda por el IRPF cuatro veces más en términos relativos, y sufre por consiguiente una presión fiscal cuatro veces mayor que el resto de la población


Me piden un artículo crítico sobre la política fiscal de Zapatero y Solbes, y lo primero que hay que decir es que se trata de la misma política fiscal de, por ejemplo, Aznar y Rato: es la política fiscal al servicio del capital.

El único punto de vista que tiene sentido cuando se analiza la política económica desde la perspectiva de los asalariados, y sobre todo desde el punto de vista de los trabajadores asalariados conscientes que se ven a sí mismo como idénticos al proletariado explotado por el capital, es el análisis materialista de lo que sucede más allá o por debajo de las apariencias. La apariencia es que la política fiscal la hace el gobierno, como ocurre con el resto de la política económica y de la política pública en general. Pero la realidad es que el gobierno sólo hace y puede hacer lo que le deja el sistema en el que se inserta (más o menos gustosamente). En concreto: lo que es posible hacer dentro de la estructura económica social que todos los gobiernos, con el apoyo unánime de ese sector empresarial compuesto por los partidos políticos y demás unidades productivas del subsector electoral, aceptan desde el principio, por necesidad de su propia razón de ser, desde el momento en que entran voluntariamente y a manos llenas, en el juego de la “democracia de mercado” y, si son de izquierdas, se lanzan a vender la mercancía de la “necesidad de controlar el mercado con una política (por ejemplo, fiscal) dirigida por los poderes públicos y orientadas a lo social”.

¿Y qué es lo que es posible hacer dentro de ese contexto capitalista que ellos no cuestionan? Servir a los intereses del capital, contribuir a su reproducción, a la perpetuación de las relaciones de mercado y de capital, pero al mismo tiempo, y para colmo, transmitir la imagen de que se hace una política de izquierda, o al menos la (única) que es posible hacer, con el fin de contribuir a que los que sufren las consecuencias de las políticas del capital la sufran con el menor dolor posible por aquello de que la sarna con gusto no pica. Para eso, preferiríamos a la derecha, que al menos se declara de derechas.

Las pruebas de que esto es así son numerosas, pero nos conformaremos aquí con mencionar sólo tres. ¿Cómo se explica que el 80% de la recaudación total por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas provenga de las rentas salariales, y sólo el 20% de todas las demás rentas? Si se tiene en cuenta que los salarios equivalen a la mitad de la renta nacional, esto significa que la clase asalariada tributa a Hacienda por este concepto cuatro veces más en términos relativos, y sufre por consiguiente una presión fiscal cuatro veces mayor que el resto de la población. Se trata de un impuesto, el IRPF, absolutamente regresivo en realidad, a pesar de tantos supuestos críticos de izquierda, incluidos los que asesoran o simpatizan con los sindicatos (traidores) de clase, que prefieren creer que ese impuesto es progresivo porque así lo dicen la Constitución, los preámbulos y declaraciones de principios de las leyes y los medios de comunicación. Esto les ocurre por una de dos: o no entienden nada, y menos que nada el hecho de que lo que cuenta es la realidad de los hechos y no la beldad de las palabras; o bien lo entienden pero lo ocultan y lo maquillan porque en ello se juegan quizás la fortuna empresarial de sus empresas de izquierda (partidos, sindicatos, etc.).

Un segundo ejemplo de lo anterior se llama SICAV, es decir, las “Sociedades de Inversión de Capital Variable”. En realidad, estas empresas son usadas por las grandes fortunas porque gozan de la aséptica propiedad de estar sometidas a un régimen fiscal especial que les obliga a cotizar sólo el 1% de sus beneficios, en lugar del 35% que se carga en el régimen general del Impuesto de Sociedades. Pues bien, el gobierno “electo-socialista” actual ha creído necesario dotar a estas empresas de ventajas adicionales, de forma que desde mayo pasado las SICAV no sólo pueden negociar sus acciones en la Bolsa ordinaria, sino también en un Sistema Organizado de Negociación que les facilita un poco más las cosas, y además hacerlo mediante un “sistema de compraventa de acciones a valor liquidativo” similar al de los Fondos de inversión. ¿Qué explicación dan los autores de esta política fiscal para permitir que los patrimonios, las carteras de valores y las rentas de los grandes capitalistas, con el apoyo de sus ejércitos de abogados y de las redes de empresas instrumentales que se requieren para ello, se vean sometidos a una presión fiscal del 1%?

El tercer ejemplo que nos importa a los trabajadores es el de la fiscalidad que rodea a la llamada “política social”. Dejemos de lado que cuando se analiza la realidad y no las palabras, lo “social” resulta ser tan sólo el calificativo vergonzoso que usan en vez de “socialista” los que alguna vez se decían tales (y luego comprobaron que así no vendían). Los trompeteros de la fama del capital se presentan a sí mismos como los hacedores de una política “social” y un Estado “del bienestar” que conjuntamente regalaría al pueblo una especie de “salario social” adicional que el gobierno pondría así a disposición de los pobres y se sumaría a los salarios pagados por las empresas, todo un abundante flujo de pensiones de todo tipo, subsidios para los parados, becas para los jóvenes, atenciones varias a los jubilados y prestaciones médicas gratuitas para todos… Todo como si no supiéramos los que tenemos los ojos abiertos que todo eso lo estamos pagando con el dinero que previamente nos saca de nuestros bolsillos el gobierno gestor de los intereses generales del capital.

Los estudios serios –que se realizan, por supuesto, sin el apoyo financiero de ese mismo capital– demuestran que en España ocurre lo que también sucede en los otros países capitalistas. Es decir, que la suma de lo que reciben los trabajadores a través de esa supuesta política social no es mayor sino igual a la suma que ellos pagan al Estado para financiarlo. Habrá redistribución estatal de la renta desde otros puntos de vista (generacional, regional, etc.), no lo negamos; pero ni una mijita de redistribución a favor de la clase de los asalariados. Por consiguiente, esta política fiscal-social-capitalista sólo es una manera de dejar que las cosas sigan igual, que los efectos de las leyes del mercado vigentes, que no son sino las leyes de la explotación obrera por parte del capital, desplieguen su eficacia por el interior de todo el tejido social, pero lo hagan con mayor suavidad, adormecidos los oídos de quienes trabajan y votan con los cantos de sirena que salen de los instrumentos musicales de estos trompeteros de la patronal.

¿Hay entonces alguna alternativa? Por supuesto, como en todo. La alternativa comunista, comunal, comunitaria, igualitaria, dirigida a expropiar a nuestros expropiadores. Los trabajadores queremos que los medios de trabajo vuelvan a nosotros, queremos reapropiarnos de los medios de producción y queremos terminar con el capital. Terminar con el capital no es matar a los capitalistas, sino convertirlos, a fuerza de democracia y revolución, en trabajadores como los demás, acabar con sus privilegios. Pero ¿qué hacer mientras tanto?, preguntarán algunos. Pues bien, hagamos una reforma acorde con esos proyectos de revolución. ¿Por qué no imponer una presión fiscal del 100% de los beneficios y dejar sin gravar a quienes no viven del beneficio sino de otras rentas? (Bien “simplificado” que quedaría, por cierto, el sistema fiscal, como les gusta a todos los gobiernos, al parecer). Dirán: entonces todo el capital se iría a otros países. Pues bien: hagamos lo mismo en todos los países. Pero entonces, dirán, ningún capitalista querrá seguir siendo empresario privado ni invertir ni dar empleo a los trabajadores, y será finalmente la ruina de todos. Pues bien: que no lo hagan, que nos dejen a nosotros producir, invertir, trabajar, que nos devuelvan (a la fuerza, claro) lo que nos han quitado previamente, y que se pongan a trabajar.Esa es la única política fiscal alternativa. Lo demás son gaitas.